Los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de Colombia (período 2018-2022) inscritos para la jornada electoral de este domingo representan todas las vertientes ideológicas y partidistas vigentes en la nación. 

Humberto de la Calle Lombana-Clara López Obregón, Sergio Fajardo-Claudia López, Gustavo Petro Urrego-Ángela María Robledo, Germán Vargas Lleras-Juan Carlos Pinzón, Iván Duque-Martha Lucía Ramírez y Jorge Antonio Trujillo Sarmiento-Fredy Obando Pinillo, provienen de las diferentes fuerzas que se disputan el poder. 

Son la derecha, la izquierda y el centro con todos los matices en boga, unos casados con la tradición conservadurista y hasta inamovible, otros comprometidos con cambios orientados al fortalecimiento de la democracia y los hay también aferrados a las abstracciones y al engaño.

Los candidatos han propuesto sus programas y planes de gobierno en documentos de “cuidadosa” elaboración sobre todos los temas de interés general y en los debates de diferentes niveles en los cuales participaron. 

Podría decirse que esos contenidos configuran los rumbos posibles para la nación, sobre lo cual decidirán los electores en la primera y segunda vueltas en que deberán participar.

Lo que está en juego en las elecciones de este domingo es, sin duda, de la mayor importancia para la nación. 

Y debe verse no desde la perspectiva del odio revanchista y la mentira perversamente calculada, sino desde una visión responsable que le aporte a Colombia estabilidad y no vaivenes en su destino.

La paz, la educación, la salud, el empleo, la justicia, son temas esenciales para los colombianos. Pero estos objetivos, de cuyo cumplimiento depende la satisfacción colectiva, no se consolidarán mientras no se erradiquen los vicios que degradan la política y, sobre todo, la corrupción en las diversas formas con que se ha enquistado en la nación. El Estado no será eficiente mientras predomine el entramado de trampas y desviaciones. Tampoco se superará el flagelo de la pobreza si no se desatan los amarres que articulan al país a la desigualdad y los privilegios de clase, cuyo daño es devastador.

Cuando se elige se deben tomar en cuenta los factores y los actores que no le han dejado a Colombia sino saldos negativos con violencias despiadadas causantes de víctimas y de secuelas desgarradoras en la sociedad, en general. 

Hay que votar para sacudirse el polvo del atraso, para no volver a la repetición de las atrocidades de tan prolongado conflicto armado y para que la justicia no sea una burla  y refugio de tramposos o la política un surtidor de desgreño y de abuso  de poder. Hay que votar para romper con la continuidad de “más de lo mismo” y salirse de la estrechez de la mezquindad.

Para la meta de cambio y soluciones que Colombia debe alcanzar, las opciones de Humberto de la Calle y Sergio Fajardo garantizan tal posibilidad. Están preparados intelectual y éticamente para asumir ese compromiso.

A Gustavo Petro no se le debe seguir satanizando. No es un aventurero y tiene propuestas serias, distorsionadas por sus enemigos, quienes les hacen el juego a las mentiras.

El ejercicio electoral de hoy debe ser un aporte a la democracia y a la paz para abrir el camino de soluciones que el país requiere.

Puntada

La muerte de Carlos Lozano es una pérdida lamentable para el periodismo en Colombia. Fue un comunicador idóneo y responsable y su militancia en el Partido Comunista no le restó lucidez y veracidad a su función de informar y de opinar. Tenía también la convicción de que la paz es un derecho fundamental y la democracia un soporte de la nación.