Una de las mayores virtudes que puede tener alguien es dar las gracias. Nos enseñaron desde niños que siempre debemos decir gracias cuando nos hacen un cumplido o nos ofrecen algo. Pero es muy triste que algunos olviden lo aprendido en el hogar. Que no se dé gracias por estar con vida, tener salud, trabajo o por lo menos esperanza.
En Estados Unidos hay un día nacional de fiesta y descanso, Thanksgiving o Día de Acción de Gracias, cuya fecha fue decretada por George Washington y que comparten todos los norteamericanos, independientemente de su etnia, religión o creencias políticas. Ese día, los miembros de la familia se reúnen alrededor de la mesa a degustar juntos un pavo.
En una sociedad en la que los hijos se van de casa cuando ingresan a la universidad o cuando consiguen su primer trabajo, en Thanksgiving todos retornan, independientemente de su localización geográfica, a veces viajando horas en avión, en buses o en sus propios carros. Y los hijos llegan con sus cónyuges y con sus propios hijos a compartir esa cena con los padres.
El Día de Acción de Gracias es una fiesta nacional no solo en Estados Unidos sino también en Canadá, algunas islas del Caribe y en Liberia. En Japón y en Alemania existen fiestas similares aunque con otros nombres. Lo importante es que en ese día, se dan gracias por la vida, por el año que termina y por el año que comienza, por todas las cosas buenas que pasaron durante el año anterior y por tener una familia que unida es capaz de vencer todas las dificultades.
En la tradición hispanoamericana no existe una fiesta como esa. Pero eso no obsta para que repitamos con Mercedes Sosa, “¡Gracias a la vida que me ha dado tanto!” Pero primero, gracias a Dios que me dio la vida y que me la conserva. Y gracias por todos sus dones. Porque nosotros hemos sido bendecidos en Cúcuta y en nuestro departamento en todos los aspectos, muy a pesar de todas las dificultades y tragedias que nos deja la lucha contra el narcotráfico.
Tenemos que dar gracias por el Pacto por la Educación, una apuesta para inscribir al departamento en la sociedad del conocimiento con un horizonte a 2050. Y gracias por la apuesta del actual alcalde para formar estudiantes a nivel universitario con el mismo horizonte y por Eureka, el proyecto de aprender haciendo más ambicioso de Colombia, en el que desde la infancia hasta la universidad los estudiantes pueden hacer investigación de frontera en todas las áreas del conocimiento.
El 30 de noviembre el rector de la Universidad de Pamplona daba gracias a la comunidad educativa, exrectores, profesores, funcionarios y egresados por ser la primera universidad nortesantandereana en recibir la Acreditación Institucional de Alta Calidad y compartir con la Universidad Simón Bolívar y la Universidad libre ese sello que distingue como excelentes a las mejores universidades del país.
Tenemos que dar gracias por las organizaciones de la Gobernación y el municipio que han apoyado la constitución de cooperativas agrícolas, redención para nuestros campesinos desde la zona de alta montaña del sur del departamento hasta las más ardientes del Catatumbo. Tenemos que dar gracias porque en Cúcuta ya tenemos IPS que cuentan con la más alta tecnología para la atención integral de los pacientes y que no tienen nada que envidiarle a las de Bogotá, Medellín o Cali y tenemos que dar gracias por los médicos y todo el personal de salud que atendió a nuestra población admirablemente durante los momentos más álgidos de la pandemia y continúa cuidándonos para darnos una vida saludable.
Hagamos una pausa y contemos las bendiciones que hemos recibido. Y unidos, demos gracias por ellas comprometiéndonos a poner nuestros mejores esfuerzos aportando cada uno, nuestro grano de arena al bienestar socioeconómico de Norte de Santander.