Hablar de Piedad Córdoba es alumbrar las posibilidades de cambio de una nación atada a un conservadurismo agobiante. Ella puso todo su empeño en la lucha orientada a construir espacios de fortalecimiento de la democracia. De allí su insistencia en la paz, con todo lo que debe representar. Una paz que privilegie la vida y garantice la vigencia del derecho a la educación, a la salud, a la libertad de expresión, a la protección del talento creador y del acceso a las fuentes del conocimiento, contra las discriminaciones y los prejuicios surtidos por la intolerancia.
Piedad Córdoba asumió la política como un ejercicio basado en las ideas y articulado a la existencia en todas sus vertientes. Nunca cayó en dogmatismos perniciosos ni se dejó tentar por posturas arrogantes. Tenía capacidad para escuchar y comprender aún a sus contrarios, muchos de los cuales la estigmatizaron bajo el impulso de caprichosos resentimientos. El talante de su personalidad fue la transparencia, el buen trato, la solidaridad, la fluidez racional. Sus convicciones partían de comprobaciones de la utilidad que pudieran ofrecer a la comunidad en su conjunto las iniciativas expuestas, libres de todo cálculo de oportunismo.
Se le debe reconocer a Piedad Córdoba la firmeza en la defensa de sus ideas. No se dejaba arrinconar ni siquiera por quienes dispusieron su secuestro. Era consciente del poder de sus adversarios y de los recursos con que lo sostienen. Lo demostró en su dedicación a la paz tendiente a ponerle fin al conflicto armado, que también ha dado lugar a la profusión de grupos criminales, cooptados por el narcotráfico o empresarios para quienes la violencia es un caldo de cultivo que los alimenta. Ese entramado no la hizo retroceder. Lo entendió y buscó abrir camino para cambiar el rumbo.
No resultaba fácil hacer política en las circunstancias predominantes en Colombia. Son muchos los riesgos que se corren cuando se expresan desacuerdos con quienes tienen el manejo real del establecimiento. No solamente se oponen a los cambios sino que también son cómplices de las acciones de muerte contra quienes no son afines a su hegemonía. Y en ese entramado entra el tejido clasista en las relaciones que se dan en una sociedad. Hasta el racismo cabe en ese juego. Porque no faltó la discriminación por pertenecer a la comunidad afro y tener la identidad del Chocó, como si fuera una afrenta.
De todas maneras, Piedad Córdoba le aportó a Colombia la calidad de su quehacer político durante medio siglo. Su vida es todo un legado para el progreso. Pero hay que mantenerlo vigente. Debe servir para avanzar, con la consolidación de paz, el fortalecimiento de la democracia, la erradicación de la corrupción, la garantía del empleo, el acceso a la educación, el reconocimiento de la salud como un derecho y no como un negocio, la protección ambiental, la dignidad como fortaleza del ser humano. Es una herencia que debe alcanzar cobertura colectiva. Es un patrimonio que no debe tener el final de los archivos apolillados.
Puntada
La emergencia de los incendios forestales no debe convertirse en carnada politiquera. Es un problema que debe afrontarse con grandeza a fin de promover la solución a que haya lugar.
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