Desde inicios de este año me decidí por el transporte en bicicleta, una experiencia que quiero compartir y animar a muchos otros que lo hagan. Lo hice con las mismas prevenciones que la mayoría: el miedo por la falta de ciclo rutas y la desconsideración hacia el ciclista, la intemperie con las inclemencias del sol y el polvo, el sudor y el cansancio.
Vivo aproximadamente a 6 kilómetros de mi trabajo, por lo que me desplazo mínimo 12 o 24 kilómetros diarios, dependiendo si almuerzo en mi casa, a lo que hay que añadir unos cuantos kilómetros de más cuando me transporto a diligencias adicionales por mi trabajo. Una distancia que puede ser muy poca para profesionales, pero que para mi requirió de un esfuerzo inicial.
Al principio creí que debía necesariamente ducharme y cambiarme una vez llegara a la oficina, pero realmente me di cuenta que si bien el sol es duro, la brisa alivia, por lo que el sudor no es mucho y rara vez amerita un baño adicional. Una camiseta de algodón debajo de la camisa es una buena idea para mantenerse fresco.
También vencí el qué dirán. Existía el temor, mas de otros que mío, que por el cargo que ostento como gerente de Aguas Kpital Cúcuta, se podría perder en imagen al movilizarse en bicicleta y aunque en muy pocos casos sentí un impacto negativo al respecto, en la gran mayoría fue todo lo contrario, pues en la conciencia de cuidado en la naturaleza que se viene tomando cada vez con más fuerza, la gente aplaude este tipo de iniciativas.
De lo más grato de la experiencia, fue descubrir que la gran mayoría de los cucuteños son considerados y amables con el ciclista.
Tenemos que revisar nuestra tendencia pesimista de generalizar los actos negativos de la minoría y sentirnos orgullosos del buen accionar general.
En cuanto la infraestructura para el ciclismo, verdaderamente es muy escasa de zonas exclusivas.
Sin embargo, nuestra ciudad se caracteriza por calles amplias que pueden ser acondicionadas fácilmente para compartirlas con todos los tipos de transportes.
Para mejorar, debemos llegar a acuerdos que permitan resolver imposibles, como la movilidad de los ciclistas por el lado derecho de la vía, dado que dicha margen es la utilizada para paraderos del servicio público y la que prefieren los automotores particulares para estacionarse, aún si existe prohibición de hacerlo.
Podemos entonces, permitir el estacionamiento de vehículos en zonas totalmente definidas y marcadas, incluyendo para el transporte público y mantener en uno de los dos márgenes, a mi parecer será más fácil el izquierdo, una franja para el libre para el tránsito de los ciclistas en el mismo sentido de la vía.
Como en algunas ciudades de Europa, también se deberá estudiar si se pueden compartir algunos andenes, con normas de prioridad claras para los transeúntes.
El ciclismo urbano tiene un gran potencial para reducir la contaminación y la congestión en la ciudad.
Para fortalecerlo, se pueden desarrollar otras ideas, como la de parqueaderos por fuera del centro de la ciudad que permitan al ciudadano llegar hasta allí en su automotor para tomar o bien una bicicleta pública o un vehículo compartido que le permita llegar al trabajo, evitando congestiones.
Acondicionarnos a nuestra cultura e infraestructura, con una actitud positiva y de amor al prójimo, nos permitirán en este como en muchos temas, hacer posibles los sueños, como el ejercicio saludable, para nosotros y nuestro universo, de movilizarnos en bicicleta a nuestro trabajo.