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Mirada crítica al impuesto de bolsas plásticas
Si pensamos que en promedio 1 millón de colombianos utiliza una bolsa plástica al día, el recaudo es de 20 millones de pesos diarios.
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Lunes, 14 de Agosto de 2017

Desde el pasado 01 de julio cada vez que vamos a un centro comercial y supermercados, nos han empezado a cobrar un molesto impuesto de $20 por cada bolsa plástica que utilizamos para cargar los productos que adquirimos.

Resulta jocoso que el Gobierno justificara este impuesto con el argumento de “desincentivar el consumo de bolsas plásticas, en procura de la protección del medio ambiente”, cuando todos sabemos que solamente fue creado para cubrir el hueco fiscal que el mismo Gobierno creó con sus famosos “programas de inversión social” (léase mermelada).

El proyecto inicial de reforma tributaria no contemplaba este impuesto. De hecho, sólo fue incluido cuando el Gobierno, presionado por el fuerte lobby de las empresas de gaseosas, desistió del impuesto a las bebidas azucaradas. Es decir, como no pudo gravar a las gaseosas, buscó un sector que no tuviera representación, que no tuviera poder de lobby, y que pudiera igualmente generarle recursos adicionales.

Si pensamos que en promedio 1 millón de colombianos, de los 47 millones que somos, utiliza una bolsa plástica al día, el recaudo es de 20 millones de pesos diarios. Si esa operación se replica durante los 30 días del mes, llegamos a 600 millones de pesos mensuales; por lo que al año, el recaudo sería de 7 mil 200 millones. Si sólo consideramos 50 establecimientos de comercio, eso equivaldría a 360 mil millones de pesos al año. Ahora, pensemos en el impacto de este impuesto en el tiempo teniendo en cuenta que su valor se incrementará anualmente de a $10 por año hasta el 2020, cuando valdrá $50, más el porcentaje del IPC.

No hay forma de saber que esos recursos que se recauden por este nuevo impuesto se destinen a la conservación del medio ambiente, que fue el argumento que se presentó para su creación. Al tratarse de un impuesto nacional, según el artículo 359 de la Constitución, no pueden tener una destinación específica. Es decir, en español castizo, el Gobierno, como lo advertimos, utilizará esa plata para cubrir el enorme déficit de esta administración despilfarradora.

Por otro lado, sobre este impuesto, no sé qué sea más odioso. Que en adición a que las cosas que uno compra, ya encarecidas por un IVA incrementado del 19%, ahora toque pagar un impuesto por las bolsas plásticas; o que toque pagar un impuesto por unas bolsas que normalmente llevan la publicidad del almacén donde uno compró (es decir, uno resulta pagando para hacerle publicidad a un gran almacén).

Por todo esto estimados lectores, los invito a que no seamos parte de esta sinvergüencería. No seamos cómplices de la “mermelada” ni tampoco hagamos publicidad gratuita a los grandes almacenes o grandes superficies. Compremos una bolsa de tela para hacer mercado. De esta forma, realmente ayudamos al planeta y le damos mejor uso a esos pesos que los que podría darles el Gobierno. 

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