Los psicólogos, coach, guías espirituales o amigos al unísono sugieren, pensando en la sanidad mental, que evitemos a toda costa las personas tóxicas, esas que cargadas de resentimientos buscan en quién descargar sus frustraciones personales.
El problema es que hay personas de este tipo en la familia, la oficina, los medios, la ciudad, por todos lados, y a veces nos cuesta escapar a ellas.
Frecuentemente vemos a las personas criticando, rezongando de los males de nuestra ciudad y poco o nada se les ve construyendo o aportando soluciones que contribuyan al cambio.
No podemos seguir pensando que las cosas van a cambiar si me siento en la otra orilla a lanzar piedras para criticar lo que otros hacen.
Debemos tener la capacidad de dialogar, ponernos de acuerdo y trabajar juntos.
El construir colectivamente no significa un solo criterio, eso sería muy aburrido, significa que aunque no tenemos posiciones o visiones iguales, podemos unirnos en pro de un mismo propósito, para hacer de Cúcuta la casa de todos. Siempre he sostenido que destruir es más fácil que construir, por eso admiro a quienes saben mantener las diferencias, sin dejarse arrastrar por las pasiones.
Nuestro gran problema social no es la corrupción, esa es la consecuencia nefasta de la pérdida de valores éticos y morales, que nos hacen permisivos.
Se alzan las voces en contra de los órganos de control por no actuar y dejamos de lado el reproche social de quienes realmente son los que incurrieron en la conducta inadecuada. Tenemos que ser capaces de decir no y rechazar a quienes hacen las cosas mal.
Cúcuta será otra cuando acuñemos como nuestros los verdaderos valores inspiracionales de quienes lo han hecho bien.
Profesionales, empresarios, comerciantes gente de bien que ha creído en nuestra ciudad y ha decidido permanecer en ella.
Personas solvente moral y económicamente, que pudiendo haberse ido no lo hicieron porque han creído en nuestra ciudad. Creo que de ellos tenemos mucho que aprender.
No podemos seguir levantando la generación del Microondas, que todo lo quiere instantáneo, sin esfuerzo, sin trabajo.
Quieren hacerse ricos de la noche a la mañana, sin darle un golpe a la tierra. Influenciados por una cultura mafiosa que carcome nuestra sociedad.
Pero al final solo el que construye sobre la roca fuerte es el que permanece. No nos dejemos arrastrar por cantos de sirena, no nos dejemos permear por el odio, por la alevosía de personas tóxicas que con discursos incendiarios, quieren sacar provecho dividiéndonos. Construyamos juntos y transformemos nuestra ciudad.
Es tiempo de soñar que se puede, de soñar colectivamente, de hacer de Cúcuta una ciudad que avanza, que va a más. Necesitamos unir esfuerzos y sobretodo, necesitamos construir y no destruir.