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Partidos de oposición
Algunas veces la oposición se forma porque las respectivas formaciones políticas se abstienen de participar en el gobierno.
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Lunes, 3 de Julio de 2017

Es apenas natural que quienes detentan el poder político tengan su partido opositor - o varios -  y su ejercicio debe estar legalmente regulado. Ello le hace bien tanto al partido gobernante, porque públicamente se le señalan sus defectos, desafueros, desviaciones y, en algunos casos se le reconocen sus aciertos, y, por parte de la oposición, porque con un antagonismo serio y constructivo allana el camino para pretender la sucesión. 

Durante la época del Frente Nacional, de supuesta connivencia entre los partidos tradicionales -Liberal y Conservador- cualquiera pensaría que las relaciones interpartidistas eran de concordia, o de “colaboración armónica”, como se predica de las Ramas del Poder Público, lo cual se daba parcialmente, pero quienes vivimos o estudiamos esa época recordamos que eran relaciones de tigres defendiendo territorio.

De esa época frentenacionalista bastaría con recordar los ataques de un reconocido periódico liberal atacando al presidente conservador Guillermo León Valencia Muñoz, supuestamente porque era un incapaz, a lo que éste respondió que podría ser cierto pero que supo rodearse de buenos asesores. También recordamos hoy el trámite de la reforma constitucional de 1968, donde hasta los mismos copartidarios del presidente liberal Carlos Lleras Restrepo lo obligaron a amenazar con renunciar porque el trámite supralegal no avanzaba. O el famoso debate de 1969 denominado Fadul-Peñalosa, del senador liberal José Ignacio “Nacho” Vives Echeverría contra el gobierno de Lleras Restrepo. 

En su conocida obra Los partidos políticos nos dice Maurice Duverger que “la democracia occidental se caracteriza, esencialmente, por la existencia de una oposición organizada; la democracia oriental, por su ausencia”. 

Algunas veces la oposición se forma porque las respectivas formaciones políticas se abstienen de participar en el gobierno, como en 1934 y 1986 en Colombia. En el actual gobierno el partido político llamado a ejercer la oposición hace parte del Gobierno con el argumento peregrino que solo lo apoya en lo del proceso de paz. 

Entonces, ¿quién hace oposición? Nos queda el Centro Democrático, “una oposición organizada” como la pedía el politólogo francés citado; un sector del partido conservador y otros movimientos políticos. Entonces, ¿por qué nos escandalizamos porque un partido opositor sea fuerte y le diga las verdades al Gobierno, acaso no es su función? ¿Por qué nos aterramos porque un jefe opositor diga que está de acuerdo con el llamado proceso de paz y discrepa de algunos puntos de la negociación, acaso no es su función disentir? Precisamente ese disentimiento fue el expresado por el señor Uribe Vélez en el Concordia Europe Summit en la capital de Grecia. Es inconcebible una oposición con boca tapada y manos atadas. Eso dejémoselo a las autocracias.

Esto me hace acordar una vez que, en plena vigencia de la Constitución de 1991, el Centro de Estudios Colombianos invitó a Ramiro de la Espriella y otros a responder si aún estaba vigente la Carta de 1886, y De la Espriella empezó diciendo: “Ustedes no saben en la que se han metido al invitarme a participar en este foro”. Y les “cantó” verdades.

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