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Pelea de socios
Esas relaciones entre el jefe y el “vice” fueron presididas por la cordialidad.
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Lunes, 7 de Agosto de 2017

Lo que está sucediendo ahora en Ecuador es una nueva confirmación de que las cosas no funcionan cuando el vicepresidente es elegido popularmente junto con el presidente de la República. Claro que allá la cosa ahora está peor, porque la contienda es entre el expresidente Rafael Correa, el presidente Lenin Moreno, y el vicepresidente Jorge Glas Espinel. Como para alquilar balcón.

En Colombia el vicepresidente o designado, figuras que se alternaron durante varios años, era elegido por el Congreso; generalmente, por no decir siempre, con la anuencia o “guiño” del presidente que acompañaría. Fue así como Rafael Azuero Manchola acompañó al presidente Misael Pastrana Borrero; Julio César Turbay Ayala e Indalecio Liévano Aguirre acompañaron a Alfonso López Michelsen; Gustavo Balcázar Monzón y Víctor Mosquera Chaux acompañaron a Julio César Turbay Ayala; Álvaro Gómez Hurtado y Rodrigo Lloreda Caicedo acompañaron a Belisario Betancur Cuartas; Luis Fernando Jaramillo, Humberto de la Calle Lombana y Juan Manuel Santos acompañaron a César Gaviria Trujillo. Jaramillo, De la Calle y Santos fueron los últimos Primeros Designados. 

Es cierto que algunos de la lista, y espero no haberme equivocado en la confección de la misma, fueron nombrados por componendas políticas, y otros, a juro, pero en términos generales, esas relaciones entre el jefe y el “vice” fueron presididas por la cordialidad.

Pero cuando llegó la Carta de 1991, que dispuso la elección popular del Presidente y el Vicepresidente, norma que fue inaugurada en la administración del liberal Ernesto Samper Pizano, se formó el tierrero. Primero, porque el señor Humberto de la Calle Lombana, que fue segunda votación en la primera vuelta de las presidenciales, no quería aceptar ser su vicepresidente, al final aceptó a regañadientes, y ya sabemos de su distanciamiento cuando “estalló” el llamado Proceso 8000, y ante su renuncia le siguió el payanés Carlos Lemos Simmonds, quien fue recompensado con una breve “palomita presidencial” y la correspondiente pensión vitalicia. 

Cuando el exministro barranquillero Francisco “Pacho” Posada de la Peña le recomendó a Andrés Pastrana Arango que escogiera como candidato a la vicepresidencia al historiador Gustavo Bell Lemus -quien tiene vínculos con Convención- no se equivocó porque fue respetuoso, solo una desavenencia cuando Bell le sugirió algunos puestos para él, a lo que Pastrana le recordó quién era el Presidente.

Francisco Santos Calderón fue “una calidad” con su jefe Álvaro Uribe Vélez en sus dos periodos presidenciales; pero el último episodio grave con un vicepresidente levantisco fue el del bugueño Angelino Garzón Quintero, quien lo fue en el primer periodo presidencial de señor Juan Manuel Santos. Angelino se comportó como una rueda suelta, opinando sobre lo divino y lo humano sin sincronizarse con su jefe, y ello le valió que lo ignoraran el día que Juan Manuel Santos se posesionó para su segundo periodo, porque no lo mencionó siquiera cuando le dio las gracias a sus colaboradores. Esa es la política.

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