El titular del editorial del diario “The New York Times” es contundente: “La paz en Colombia es demasiado preciosa para ser abandonada”. Hace un balance de la implementación de los acuerdos que ponen fin a un conflicto de más de 50 años, que acabó con la vida de más de 220.000 personas, arrasó con el campo y le ha costado a Estados Unidos diez billones de dólares.
El editorial señala que el Presidente Duque y sus aliados de derecha sabotearon el acuerdo de sustitución de cultivos de coca y recortaron presupuesto a este programa.
Que se ha incumplido en temas trascendentales como educación, acceso al agua potable, electricidad, carreteras, puentes y trabajo para las zonas más afectadas por el conflicto.
En resumen, el Presidente no está comprometido con la paz que tanto anhelamos los colombianos.
Las críticas del más importante Senador de Estados Unidos Patrick Leahy y las más de 80 firmas de otros Senadores demócratas exigiendo la implementación de los acuerdos, demuestran el ambiente internacional en favor del proceso de paz que rodea al primer mandatario y la petición para que su gobierno y su bancada dejen de entorpecerlo con mezquindad.
El propio Alto Consejero Emilio Archila, en una entrevista para RCN Radio, afirmó que 10.000 combatientes están comprometidos con el proceso de reinserción a la vida civil, donde el 75 % ve un futuro promisorio para ellos y que 2000 lo han abandonado por distintas razones -no hay evidencia de que estén delinquiendo-. Por eso me pregunto ¿Por qué centran la discusión en Iván Márquez, el Paisa y Santrich? ¿Será preferible que estas 10.000 personas sigan a la deriva o regresen al monte a empuñar de nuevo las armas?
El Partido del Presidente ha jugado un papel fundamental en desprestigiar lo acordado en La Habana y a la JEP, acusándola de impunidad, de “aliada de los terroristas”, entre otros calificativos. Recientemente nos avergonzó con bochornosos espectáculos en debates al interior del Congreso.
Los colombianos no queremos más conflictos, ya estamos cansados de la guerra y hartos de que los congresistas del Centro Democrático se justifiquen mirando el retrovisor santista. Esto escaló a nivel internacional y el Estado tiene que asumir la responsabilidad de rescatar el maltrecho proceso de paz y su escasa implementación.
Hay gran expectativa mundial e inconformismo por la forma en que se han llevado a la práctica los acuerdos. El Presidente Duque está en un momento definitivo, no solo para su gobierno sino de su legado histórico. Presidente, ¡es ahora o nunca! Tome en sus manos el control y no permita que lo recordemos como el Presidente que destruyó la esperanza de un pueblo y truncó el camino de la paz.