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Profesor Perea y su obra
Deliberadamente he obviado ahondar en el comentario del libro y solo quise obsequiar un abrebocas para despertar la inquietud.
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Martes, 11 de Julio de 2017

Una amistad de tantos años –cinco décadas, para ser más preciso- me impele a comentar un libro interesante de reciente publicación, cuyo autor es el profesor Julio Aníbal Perea Perea. 

Cuando supe sobre su publicación inmediatamente relacioné los movimientos sociales que simultáneamente se desarrollaban en Chocó y Buenaventura, en mayo de este año, con el dolor que en estos lares sentía un hijo de esa región saqueada por el capitalismo trasnacional. No me equivoqué. Basta con leer la breve “Presentación y justificación” del autor para cotejarla con mi presentimiento, cuando habla de los “poderes centrales, empecinados en sembrar la miseria en unas regiones mientras en otras muestra las riquezas de Babilonia”.

Si tenemos en cuenta que el libro se titula “Emancipación Chocó Buenaventura. 2017”, lo primero que llama la atención es su portada. Entonces surge la pregunta clave: ¿Por qué el autor extiende sus inquietudes hasta el puerto bonaverense y no se enfoca en lo suyo? Se me ocurre la idea que desde la tranquilidad de su hogar el profesor Perea repasa mentalmente el mapa del oeste colombiano, precisamente la región del Pacífico, y como su raza -si así puede llamársele- está esparcida por este territorio, podríamos decir que él no es solo chocoano sino un hijo de la región invocada, y sus inquietudes intelectuales y preocupaciones no solo están circunscritas al terruño donde nació, sino a la vasta extensión de la región a la que pertenecen sus ancestros.

Un caso muy particular en el profesor Perea es que mientras sus congéneres de raza exigen con fuerza que se les denomine afrocolombianos o afrodescendientes, él reivindica el calificativo “negro”. Aunque sé que lo hace por convicción, yo quiero agregar que cuando la Corte Constitucional revisó la Ley 70 de 1993, que en el artículo primero menciona las “comunidades negras”, esta expresión fue demandada y la Corte, mediante Sentencia C-253 de 2013, la declaró exequible. Es que el artículo 55 transitorio de la Carta trae esa denominación.    

Finalmente, la idea de “recursos naturales no renovables” no la podemos circunscribir solo a la riqueza minera del Chocó, sino que podemos hacerla extensiva a aquellos chocoanos que brillaron -y brillan- con luz propia en el firmamento colombiano. Ellos también son recurso natural no renovable, y la lista es larga. Como Manuel Saturio Valencia, nacido en la “pobreza absoluta” y le correspondió vivir una era dominada por la segregación y la marginación hasta convertirse en un líder nato, y desempeñó papel de primera línea tanto en su tierra como en la defensa de las comunidades afrocolombianas. Cómo olvidar al abogado laboralista y político Diego Luis Córdoba, el mismo que en una fogosa intervención en el Senado de la República pronunció una frase acertada en defensa de su raza: “Por la ignorancia se desciende a la servidumbre; por la educación se asciende a la libertad”.

Deliberadamente he obviado ahondar en el comentario del libro y solo quise obsequiar un abrebocas para despertar la inquietud. Este libro será presentado en Bucaramanga el próximo 20 de julio, día del cumpleaños del autor, en sesión solemne de la Academia de Historia de Santander, y allá estaremos sus amigos acompañándolo.

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