Estamos en época de grados de estudiantes de bachillerato y es momento de tener definido qué estudios universitarios adelantar. Pero los hay quienes por indecisión o ausencia de recursos económicos no lo han hecho, aunque lo cierto es que, desde el lado oficial, en entidades territoriales, hay oportunidades de becas. Cuando hay perspectiva de estudio en la balanza el graduando siempre tiene dos opciones: el talento humanístico o el de las matemáticas y/o biología.
Hace varios años Bill Gates dijo que, de entrada, la mejor inversión es estudiar, y hace pocos meses leí otras declaraciones suyas en el sentido que la escogencia de los estudios superiores es una decisión que requiere responsabilidad y conciencia, porque hay que tener en cuenta que los trabajos de hoy no serán los mismos del futuro, y vaticina que la Inteligencia Artificial - IA - causará una masacre laboral. Yo no sé si esa catástrofe llegará, pero nos pone a pensar cuando sugiere que las carreras del futuro son: ciencias - investigaciones científicas -, ingeniería - sin aclarar si todas o sólo la que se refiere a sistemas y programación, y economía, porque las finanzas no es sólo la administración del dinero sino la creación de empresas y otras formas de negocio. Para muchas personas la mejor defensa contra la IA es que siempre la inteligencia humana es irremplazable, tiene que estar ahí “programando” la IA.
Cuando hablamos de humanidades necesariamente enfocamos nuestras miradas hacia el programa de Derecho, en el entendido que no es sólo el estudio de los incisos y parágrafos, sino que está asociado a una serie de ramas que conforman las ciencias sociales - Administración pública, ciencias jurídicas, ciencia política, comunicación, economía, geografía e historia, entre otras -. Varias veces he citado en esta columna una frase de la novela Robinson Crusoe: “Mi padre me dio una educación esmerada para dedicarme más tarde a la carrera de leyes”, lo cual nos indica que la preparación para ser abogado no es sólo cuando se ingresa a la escuela de leyes sino desde mucho antes, desde el bachillerato, y mucha lectura variada.
He visto en los últimos años un rediseño en el plan de estudios de la carrera de Derecho. Por ejemplo, la materia Historia de las ideas políticas, la cual estudiamos en textos excelentes de Alirio Gómez Picón, Eduardo Rozo Acuña y V.S. Pokrovski, ha sido cambiada por Teoría política o Pensamiento político, como en la Universidad de Antioquia, o por Ciencias políticas, como en la Universidad Libre. El constitucionalista Iván Vila Casado me dice que, así las cosas, se enfoca al estudiante en temas más actuales de análisis de política práctica: politología. Otro caso es el Derecho romano, que con gusto estudiamos en el libro de Carlos Medellín padre, tan útil para conocer la génesis de muchas de nuestras instituciones y para engalanar el ejercicio del Derecho con la denominada “elegantia juris”, entendida como “estilo elegante y sobrio de escritura jurídica”. Desde que empezó la denominada globalización se habla de eliminar del plan de estudios el Derecho romano, y algunas universidades ya lo hicieron: Universidad del Norte y Universidad de Antioquia. “Es un error”, me dice Juan Antonio Nieto Escalante. En fin, que los bachilleres nuevos acierten en la escogencia.
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