Una visita reciente a Bucaramanga nos permitió ver el avance de esta ciudad que ya sobrepasa los 1.3 millones de habitantes incluidas las poblaciones del área metropolitana. Se destaca el crecimiento urbanístico con expansión a las aledañas Floridablanca y Piedecuesta, amén de las construcciones de centros médicos de excelencia, lo cual no deja de sorprender, porque la conocimos hace más de cuatro décadas, por la época en que comenzó su avance jalonado por el empuje de sus empresarios, contando con la participación de las instituciones académicas a cuya cabeza está la Universidad Industrial de Santander.
Pero como toda ciudad que crece también le surgen los problemas por el aumento de pobladores, la oferta de servicios públicos y entre ellos el transporte masivo que garantice los desplazamientos entre los diversos sectores de manera cómoda y segura. Es evidente que la congestión vehicular es un problema que todos sus habitantes reconocen y afecta el bienestar de los bumangueses. El sistema de Transporte Masivo Metrolínea que funciona desde hace 12 años estaba destinado a dar solución a este inconveniente que hoy a pesar de estos esfuerzos persiste.
Sistemas similares al que opera en Bucaramanga funcionan en otras ciudades de características parecidas a Cúcuta, ejemplo de ello es Pereira donde desde 2006 funciona el Megabus, en Cali el MIO desde el 2009 presta servicio a los caleños. Transcaribe rueda en Cartagena desde el año 2015, mientras que Santa Marta se alista para inaugurar el Sistema Estratégico de Transporte Público el año venidero y Manizales está en la etapa de estructuración técnica, financiera y social del Sistema Integrado de transporte Público.
¿Mientras tanto nosotros en qué vamos? Es notorio el atraso que tenemos en implementar un servicio de transporte de pasajeros en el área metropolitana y es claro que otras ciudades se nos adelantaron. Pero, pensando con positivismo habremos de concluir que esta dilación nos servirá para aprender las experiencias ya puestas en marcha y cuáles han sido las dificultades para su desarrollo y asegurar su sostenibilidad, sobre todo financiera.
Cúcuta se merece un sistema de transporte acorde con las condiciones actuales, pero también mirando al futuro crecimiento que tendrá en las siguientes décadas, este tiene que ser amigable con los pasajeros, incluidos quienes tienen algún grado de limitación física y también con el entorno y tiene que ser una solución a los inconvenientes de movilidad que ya se advierten y siguen creciendo.
El proyecto que todavía está en fase de estudios abarcará a los municipios cercanos con un sistema integrado de transporte financiado en su mayor parte por el gobierno central que aportará según se sabe el 70% (el gobierno de Gustavo Petro) y el restante le corresponde al área metropolitana. Los buses serían eléctricos y por tanto amigables con el medio ambiente. La infraestructura se supone que le dará una nueva cara a la ciudad y sus áreas aledañas. El foro “Cómo vamos con el Plan de Movilidad Segura y Sostenible” de nuevo ha puesto sobre la mesa esta necesidad a la cual la alcaldía del ingeniero Jairo Yáñez le está dando la importancia que tiene.
Esperemos que pronto pasemos de los estudios a las obras y se ejecute este proyecto que debe transformar a la ciudad librándonos de las busetas y la guerra del centavo anclada en nuestras calles desde hace mucho tiempo.
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