Jacques Gilard fue un catedrático de Literatura hispanoamericana en la Universidad de Toulouse, y en el año 1967, año de la publicación de la novela Cien años de soledad, su vida cambió para siempre y radicalmente, pues ese hecho literario lo trajo en 1975 al Caribe colombiano tras las huellas de Macondo. En Barranquilla revolcó archivos municipales, bibliotecas públicas y familiares, donde encontró material abundante para su tesis doctoral en la Sorbona, de París, en 1984, titulada “García Márquez y el grupo de Barranquilla”.
Para el año 1980, cuando inicié mis estudios universitarios en la Universidad Libre de esa ciudad, el centro histórico de Barranquilla - entendiendo por tal el Paseo Bolívar y sus alrededores - aún conservaba intactas edificaciones de principios de siglo XX, como las sedes principales de los periódicos, notarías, instrumentos públicos, librerías, algunos colegios, el Club Barranquilla, la casa del “Sabio catalán” y el “Rascacielos”, donde vivía García Márquez, inmuebles que aún se conservan.
La célebre Librería Nacional, que tenía compraventa de libros y cafetería, donde los miembros del Grupo ponían en venta sus publicaciones y se sentaban a esperar quién los compraba, aún tenía las mismas instalaciones, las mismas que disfrutaron en su juventud los miembros del citado Grupo de Barranquilla, como Germán Vargas Cantillo, luego de dejar la gerencia de Inravisión; Alfonso Fuenmayor, en los alrededores del Barrio Abajo, donde quedaban las instalaciones del Diario del Caribe; Juan B. Fernández Renowitzky, director del diario El Heraldo, y Hernando Pérez Barros.
En casa de don Hernando estuvimos, desde 1980 y en calidad de estudiantes pensionados, mi hermano Álvaro y yo, cuando iniciamos estudios de medicina y derecho, respectivamente, en la misma universidad. En el Grupo don Hernando Pérez Barros era llamado “El benjamín del grupo”, como dejó constancia Alfonso Fuenmayor en su libro Crónicas sobre el Grupo de Barranquilla (Pág. 185).
Traigo a colación estas remembranzas porque alguna vez leí unas palabras de Jacques Gilard, donde, teniendo en cuenta que se dedicó a leer y promocionar escritores caribeños y descuidó lo propio, dice que “…mi trabajo no será tenido en cuenta más allá de previsibles anatemas y caerá luego en un denso olvido,…”. Estaba equivocado, porque en Barranquilla, una ciudad con intensa e infinita actividad intelectual, sus amigos y varias entidades culturales se han dedicado a divulgar su obra, con la misma intensidad que él desplegó con quienes pertenecieron al famoso Grupo de Barranquilla y otros, como Marvel Moreno y otros escritores y poetas del Caribe colombiano. No hay que olvidar que hoy el mundo conoce la obra periodística íntegra de García Márquez porque Gilard la desentrañó, ordenó y divulgó en varios volúmenes.
En la Filbo 2022 se presentó un libro sobre la vida y obra de Jacques Gilard, donde llama la atención un artículo de su hija Céline Gilard, titulado “Jacques Gilard: de Launac a Barranquilla”, sobre la infancia y formación académica de su padre, quien aprendió español a los nueve años y fue un gran promotor de la literatura colombiana por el mundo, especialmente la del Caribe colombiano.