La entrega de diciembre de la prestigiosa revista Scientific American relaciona las 11 tecnologías más importantes desarrolladas en el 2021. Lo más impactante es que, salvo dos o tres de ellas, las demás son inaccesibles para nosotros o cualquier nación en desarrollo. Pero es importante trabajar en las que sí somos capaces y competitivos.
Los avances en decarbonización son liderados por grandes compañías y pretenden reducir las emisiones de CO2 al 55% de los niveles de 1990. Aquí nosotros vamos en franca contravía, porque nuestra economía depende de la extracción y exportación de carbón y petróleo, necesarios para mantener funcionando los vehículos que utilizan gasolina hasta después de 2050 y alimentando las plantas carboeléctricas. Nosotros no añadimos valor a los productos exportados. ¿En dónde está esa industria química y petroquímica que se podría haber desarrollado con base en estos recursos? Tenemos personal altamente calificado, especialmente en las universidades. Lo que no tenemos es decisión política para tomar las riendas de nuestro propio desarrollo.
En lo que sí hemos avanzado es en la producción de energía en las grandes centrales hidroeléctricas. La más grande de todas, Hidroituango, fue interrumpida por un factor externo imprevisto y las subsiguientes leguleyadas a las que somos adictos, porque parecería que es mejor un buen pleito que alimente egos y pueda dar réditos políticos que un rápido arreglo que asegure la conclusión de la obra, parece que finalmente logrado un acuerdo que se hubiera podido dar hace tiempo, contribuirá el año entrante con la entrada de una turbina. En áreas rurales también se comienza a utilizar energía eólica y solar para producir energía a comunidades aisladas.
Para asegurar la erradicación del hambre, una posible tecnología que sí está al alcance de nuestros laboratorios es lograr que a las raíces de gramíneas como el arroz y el trigo se les pueda incorporar la enzima nitrogenasa que convierte el nitrógeno del aire en NH3 necesario para el crecimiento de la planta. Esto ahorraría en fertilizantes. A pesar de que en ningún lugar del mundo se ha tenido éxito, hay muchos laboratorios que se encuentran cercanos al éxito. En Colombia hay varias universidades, incluyendo la de Pamplona, que han venido buscando modificar gramíneas a través de la ingeniería genética.
En el área de la salud ha habido importantes avances. En Israel desarrollaron sensores que detectan enfermedades en el aliento. En marzo de 2020 lograron detectar la presencia de la COVID-19 en el aliento de pacientes en Wuhan con un 95% de precisión. En Estados Unidos, la NASA ha invertido casi US$4 millones en detectar tuberculosis y cáncer. La Universidad Simón Bolívar en su sede de Barranquilla está desarrollando sensores que podrían detectar enfermedades en el aliento y, además, ha comenzado a producir biológicos para laboratorio sin tener que importarlos.
La revista reconoce como un gran avance la producción de láminas para la construcción de casas con una sobredimensionada impresora 3D que utiliza como material tierra y paja de la ciudad de Massa en Lombardía.
Creo que nosotros tenemos avances muy importantes en este sentido, comenzando con el tradicional adobe que mezcla arcilla y paja para construir casas y edificios que han desafiado los años. Recientemente se ha mejorado la técnica de la utilización de la guadua. En Córdoba, Quindío, hay un centro experimental en el que tienen construcciones de hasta dos pisos hechas totalmente de guadua. Pero la guadua ha sido tratada de manera que las tradicional “latas” que se utilizan en las casas campesinas, se han convertido en pisos duros altamente brillantes y paredes que empañetadas no se diferencian de mampostería.
Estos ejercicios son interesantes porque nos permiten compararnos con los demás y ver en qué somos altamente competitivos y en qué no podemos competir. En lo que podamos, hagámoslo sin esperar financiación del Estado, que nunca llegará. Los proyectos exitosos, atraen inversionistas. El CUEE de Cúcuta nos debe ayudar a identificarlos.