Creo que entre las personas que les gusta hacerle seguimiento a la política en general, y concretamente a la nacional, nunca un discurso de posesión presidencial había sido tan esperado como el de Gustavo Petro, el pasado siete de agosto, porque es donde el nuevo magistrado de la Nación tira línea sobre el desarrollo de su programa de gobierno. Otro tanto sucedió cuando el presidente Petro dijo unas palabras luego de posesionar a los ministros presentes, porque aún faltaban otros por designar.
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En el caso presente, con el presidente Petro, la angustia era justificada, porque se trata de una nueva administración, de izquierda, con un presidente que generalmente se percibe como ideológicamente radical y, como es apenas natural, había, y aún hay, incertidumbre política sobre los movimientos del nuevo magistrado en tantos temas que tocó en campaña y son sensibles para sus conciudadanos: tributos, pensiones, salud, educación, procesos de paz, fuerza pública, drogas, etc.
Entre estos temas creo que el de la tributación, por ahora, es el que más deja angustiados a los ciudadanos, porque si hubo protestas violentas porque el gobierno anterior pretendía recaudar $ 23,4 billones; y la de Petro, que inicialmente era de $75 billones, ahora aterrizó en $ 50. Cuantía altísima. ¿También provocará protestas? No creo, pero los debates en el Congreso serán arduos, y como diría Perogrullo, una cosa es hacer oposición y otra ser gobierno. Esa reforma ya se radicó en la Cámara de Representantes, que es por donde constitucionalmente inicia su trámite, y se denomina “Reforma tributaria para la igualdad y la justicia social”.
En materia económica, el presidente Petro dejó boquiabiertos a los colombianos el 19 de marzo, día del triunfo electoral, cuando afirmó que su propósito era “desarrollar el capitalismo, porque no se puede distribuir sino hay producción”. Lo cual está conforme con lo escrito por la economista Mariana Mazzucato, seguida por Petro, cuando en su libro El valor de las cosas afirma que “La izquierda tiene que aprender a crear riqueza y luego de hacerlo esa riqueza puede redistribuirse”. Lo que significa que no debe el presidente Petro destruir el aparato productivo de la Nación, sino fortalecerlo. Además, cuando el presidente Petro se dirige sus ministros luego de la posesión de los mismos, manifiesta que “hace dos décadas creía saber en qué consistía el cambio, pero que a la postre se desmoronó en menos de un siglo”, dando a entender que esas ideas de izquierda radical, por ende, ya no es el radical de otrora, sino que su pensamiento ha evolucionado.
No obstante, siempre hay un periodo de gracia para evaluar una gestión presidencial, pero no es el caso ahora. Lo que se pretende es tratar de predecir cómo será el camino a seguir cuando se acabe la luna de miel, porque la incertidumbre política continúa. Los famosos bandazos.
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