El pasado 11 y 12 de agosto se llevó a cabo en Medellín, la Ciudad de la Eterna Primavera, la Convención Nacional de Academias Departamentales de Historia. Nos dimos cita más de 50 miembros de las diferentes academias del país con un tema de trascendencia nacional: la historia de los procesos de paz en Colombia.
Además de conmemorar los primeros 120 años de la Academia de Historia de Antioquia, el escenario no pudo ser el mejor para poder disertar sobre cómo avanzar con las experiencias del pasado soñando en un futuro.
Por una desafortunada coincidencia, todo esto se dio en medio del vil asesinato de Fernando Villavicencio, en Ecuador, candidato presidencial que venía denunciando lo sucio y corrupto de la política y el plan ideológico organizado en América Latina para quienes opinan de manera diferente y denuncian el enriquecimiento ilícito del mal uso del servicio al pueblo, denominado por los atenienses de Grecia la “politeia” o política.
Regresando al evento, comenzamos en el famoso e histórico Club Unión de Medellín, con la antesala de que nuestros vuelos se habían retrasado a causa de un artefacto explosivo colocado en las inmediaciones del Aeropuerto Camilo Daza de Cúcuta.
Pero acá nada pasa, todo sigue igual. Durante el vuelo pensaba en construir la paz en medio de las bombas; ¡que contradicción!
Allí, después de rendir honores a la patria con los himnos, el sacerdote jesuita Fernán González nos compartió su visión de la historia de la verdad en los procesos de paz de la nación; esta que se olvida o acomoda de acuerdo con las circunstancias de quienes quieren o no entregarla a sus víctimas.
Seguidamente, el politólogo Alejo Vargas nos narró la historia de los procesos de paz en Colombia desde los inicios de 1520 hasta la actualidad; el cual ha sido un sorprendente camino, tortuoso y difícil de entender, pues no hemos sido capaces de convivir como especie, de ser felices en manada.
Luego, el presidente de la Academia de Historia de Colombia, Armando Martínez, habló sobre los diálogos y los espacios de paz en el país, sobre todo en 1840.
Mientras en mi mente pensaba que nunca hemos descansado de asesinarnos como compatriotas, con optimismo nos trasladamos a la sede de la Academia de Historia de Antioquia, la antigua casa de Luis López de Mesa y allí comenzó lo trascendental. El exministro en varias oportunidades y ex comisionado de paz con el ELN, Juan Camilo Restrepo, y Eduardo Pizarro León Gómez nos contaron sus experiencias internacionales y locales de construcción de paz territorial.
¡Qué desafío saber que después de más de 50 años de búsqueda no se ha podido llegar a la meta! Los panoramas actuales no son alentadores y el puerto de llegada aún está muy lejos. Esa noche, mientras compartíamos, definimos que la meta de las academias de historia de Colombia era buscar por todos los medios que los colombianos logren reconocer su pasado y construir el futuro.
A la mañana siguiente, viajamos a Santafé de Antioquia, quien fuera la capital paisa por muchos años. Allí visitamos el Museo del Juan de Corral y su biblioteca, y entendimos el por qué de la pujanza de estas tierras.
Vienen momentos de esperanza, pero también de mucha dificultad para el país. Debemos entre todos hacer respetar el derecho internacional humanitario y que cada una de las partes nos respeten como sociedad civil, de lo contrario nos dilatarán y con el cuento de la “participación ciudadana”, una vez más nos “mamarán gallo” y frustrarán nuestros deseos de verdadera paz.