Es inútil insistir en el mismo tema, pero es necesario: en Colombia todo es posible.
Y eso sí que tiene validez en estos días cuando los jueces y maestros se declaran en paro, sin importarles las consecuencias para los demás colombianos. Y para rematar el panorama de los absurdos, la cúpula del poder judicial, nada menos que los presidentes de la Corte Suprema y el Consejo de Estado, salieron a proponer un salto al abismo, una asamblea constituyente, que según los antecedentes, puede convertir a Colombia en una monarquía, en un régimen parlamentario o en una dictadura, lo que usted prefiera, o en caso extremo, prohibir la democracia y regresar a la época de los chibchas cuando el cacique de turno se embadurnaba de oro y se lanzaba a la laguna de Guatavita.
No me imagino a Santos botándose al agua, sin ropa, pero no me extrañaría que para conseguir votos unos aspirantes a la Casa de Nariño se quedaran en cueros.
Ya un candidato a alcalde les mostró la cola a unos jóvenes, se casó encima de un elefante e hizo toda clase de idioteces.
Pero la propuesta de los ilustres magistrados si se lleva el premio máximo al absurdo. Qué tal una asamblea integrada por abogados y por guerrilleros. ¿Qué saldría de ahí?
No hay que olvidar que la última experiencia con una constituyente, en 1991, terminó mal. Se volvió inmanejable y se declaró totalmente autónoma sin que el gobierno de turno pudiera fijarle unas pautas ni trazarle unos temas.
Los integrantes, y eso bien lo saben los magistrados, se declararon totalmente autónomos y no abordaron un solo tema sino que decidieron cambiar toda la constitución.
Si, toda. Podría volver a ocurrir ahora y con la presencia de elementos de la guerrilla, todo podría esperarse. Inclusive, que se acabe la propiedad privada o se prohíba el congreso. ¡Qué tal!
Si los togados y el fiscal piensan que una constituyente cambiaría lo que piensa la mayoría de los colombianos, están muy equivocados. La gente quiere una cirugía total en una rama del poder público que se percibe como corrupta y manejada por personas que venden sus fallos y no tienen moral.
El caso del magistrado Pretelt, acusado de corrupción, le hizo mucho daño a la justicia como lo muestran las encuestas. Que también muestran el deseo de las gentes de que haya cirugía total para una rama del poder público que, si quiere recuperar su prestigio, debe realizar una autocrítica muy profunda. Y tomar ella misma las medidas que devuelvan la confianza a los colombianos. Ellos, en su sabiduría, saben lo que se debe hacer y ojalá lo hagan si desean recuperar el prestigio de la época en que las cortes fueron víctimas del asalto de la guerrilla, que sería la compañía de los magistrados en la constituyente. Tal vez la propuesta de los magistrados, que no tiene el respaldo de toda la corte, tenga su raíz en las cifras de la última encuesta: el 51 por ciento de los encuestados es partidario de que los integrantes de la corte renuncien, en tanto que el desprestigio de la corporación llegó al 78 por ciento. Algo más: la mala imagen de la justicia llega al 84 por ciento, una cifra que muestra la inmensa des
confianza de los colombianos hacia una rama del poder público que debe tener, y no tiene, el respaldo de las gentes, que perciben a la justicia como organización corrupta, que vende sus fallos.
P.D. La fórmula para financiar el metro es fácil: se puede contratar con los chinos, quienes lo construirían y lo explotarían por veinte años, al cabo de los cuales pasaría a ser propiedad de los colombianos. No piensen tanto en el serrucho. Otra ventaja: en China a los corruptos los ejecutan, aquí los sueltan. GPT