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Cúcuta
Fabio Santos, el cucuteño que atravesó el Atlántico para cumplir su sueño en otro continente
Desde que salió de Cúcuta con destino a Rusia, Fabio Santos se graduó de médico, presenció un mundial de fútbol, se contagió de coronavirus y quedó en medio de una guerra entre dos países.
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Gerson Correa
Gerson Correa
Domingo, 21 de Julio de 2024

Para la mayoría de las personas, graduarse del colegio e imaginar el ingreso a una universidad para estudiar lo que más les apasiona suele ser el escenario perfecto. Sin embargo, muchas veces la realidad supera a la ficción, y este fue el caso de Fabio Alejandro Santos.

El joven cucuteño se graduó como bachiller con énfasis en sistemas del colegio Sagrado Corazón de Jesús en 2016, dejando un grato recuerdo entre los docentes y compañeros de aula. Él describe esta etapa estudiantil como una de las mejores de su vida.


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Su sueño estaba claro: ser el primer médico de su familia y enorgullecer a sus padres. Esta decisión lo llevó a tomar medidas rápidas, pues debido a las escasas oportunidades en la región, se vio obligado a buscar horizontes fuera de su ciudad.

“Mi familia conocía mis aspiraciones. Me familiaricé con la medicina ya que mi padre es veterinario, e incluso él me recomendó seguir su legado, pero mi camino tenía otro rumbo. Intenté ingresar en la Universidad de Pamplona, pero no logré un cupo directo y ahí las opciones se reducían”, comentó Santos.

En medio de su búsqueda, una amiga de su madre le sugirió Rusia, ya que su hija estudiaba en ese país euroasiático y económicamente resultaba más rentable en comparación con el costo del semestre de medicina en algunas universidades privadas colombianas.

Aunque al principio Fabio consideró esa idea una locura, su curiosidad lo impulsó a reunir los documentos y requisitos necesarios para el viaje. De esta forma, lo que parecía una fantasía fue transformándose gradualmente en realidad.

“Desde que descubrí la posibilidad de estudiar en Rusia, no dudé ni un segundo. Con ayuda de una agencia que nos acompañó en todo el proceso, gestionamos lo necesario y, cuando menos lo imaginamos, ya tenía listos los vuelos. Fue un proceso complicado para mí: dejaba atrás todo lo que quería para iniciar de cero, solo, muy lejos de mi país y de mi familia”, recalcó.

Con apenas 18 años, el joven cucuteño emprendió un viaje de más de 11.000 kilómetros para cumplir su sueño. Tomó sus maletas y partió a Moscú, donde lo esperaban para trasladarlo finalmente a la Universidad Médica Estatal de Tyumen.

“Cuando iba a abordar el último avión que nos llevaba de España a Rusia, sentí realmente el primer choque. Confieso que incluso experimenté miedo, muchas preguntas surgían en mi mente, pero logré calmarme”, confiesa.


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Sin embargo, no todo ha sido color de rosa. Desde su llegada, enfrentó a numerosos desafíos: aprender ruso desde cero, pasar por un proceso preparatorio de un año, estudiar en un idioma completamente distinto y adaptarse a las temperaturas extremas de las estaciones, que oscilaban entre veranos muy calurosos e inviernos con temperaturas por debajo de -40 grados.

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Preparación académica

Ya en Tyumen, viviendo en una residencia estudiantil dentro del campus universitario, Santos explica que antes de iniciar sus estudios, debió prepararse en diferentes aspectos culturales y sociales. De esta forma, al comenzar su primer año académico, la transición no sería tan traumática.

“Aquí te enseñan el idioma como si fueras un bebé, empiezas desde lo más básico. También te explican cómo funciona el país y aspectos de su cultura. Estando aquí te das cuenta de que todo opera de manera diferente: el transporte, las personas, su estilo de vida. Fue un cambio positivo que me ayudó mucho”.

Sobre su carrera, explicó que funciona anualmente por ciclos y que el tercer año actúa como un filtro, ya que muchos abandonan sus estudios en este punto.

“La preparación es muy exigente. Debes estudiar todos los temas y estar listo para cualquier eventualidad. Los exámenes son orales, todo lo tienes que sustentar ante el especialista, quien finalmente es el encargado de darte el visto bueno. Es cuestión de compromiso”.

Entre los aspectos más destacados de su formación, resaltó el acercamiento a los hospitales, asegurando que, a partir de cierto punto, sin importar que fueran estudiantes, recibían permisos especiales para trabajar en el área de salud.

También mencionó que, a diferencia de Colombia, en Rusia cada ciclo se enfoca en una especialidad concreta, permitiendo incluso la participación en procesos quirúrgicos reales junto a sus profesores.

Aunque Fabio se graduó el pasado 4 de julio, ya tiene todo preparado para continuar sus estudios y seguir avanzando en su carrera médica.

“Próximamente iniciaré mi especialidad en medicina interna en la ciudad de Belgorod, en su universidad estatal. Esto gracias a un proceso que existe para estudiantes extranjeros, donde ofrecen becas especiales, las mismas que logré obtener en los dos últimos años del pregrado”.


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El cucuteño asegura que la experiencia ha sido tan gratificante que su hermano también se unió a su aventura y decidió viajar para seguir sus pasos como médico, cursando actualmente su segundo año de estudios.

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Una montaña ‘americana’ de emociones

Afortunadamente para Fabio, estos últimos años no se han centrado únicamente en el estudio. También ha vivido diversas experiencias que se convertirían en una montaña ‘americana’ de emociones, como suelen referirse los locales.

En 2018, cuando llevaba pocos meses residiendo en Rusia, poco sabía que pronto se vería inmerso en la euforia del Mundial de Fútbol. Allí aprovechó la oportunidad de acompañar a un primo que viajó para seguir el recorrido de la Selección Colombia en el torneo.

Durante ese tiempo, logró compartir con personas de todo el mundo que se dieron cita en Moscú, incluyendo japoneses, mexicanos, brasileños y europeos. Incluso, durante un recorrido por la Plaza Roja, conoció al creador de contenido ‘Luisito Comunica’, a quien seguía desde hacía años en redes sociales.

Sin embargo, dos años después, la alegría del fútbol daría paso a una prueba mucho más dura. En marzo de 2020, Fabio se convirtió en uno de los primeros pacientes de COVID-19 en Rusia.

“Fue aterrador”, confiesa. No solo se enfrentó a una pandemia global lejos de su familia, sino también a una prueba psicológica por todo el protocolo sanitario que debió atravesar antes de recuperarse por completo.

“Los primeros casos en Rusia se registraron en la ciudad donde vivíamos. Uno de mis compañeros de la zona residencial arrojó un resultado positivo y, a partir de allí, nos aislaron a todos en un lugar apartado para monitorearnos diariamente. Si también dábamos positivo para COVID, nos trasladaban a hospitales que únicamente trataban a pacientes contagiados. Todo ese proceso duraba alrededor de dos meses”.

Al recuperarse, Santos no solo debía cumplir con las medidas de bioseguridad, sino también continuar sus clases de forma presencial con normalidad, ya que medicina fue una de las pocas carreras universitarias donde la presencialidad era primordial.

Al poco tiempo, el cucuteño se enfrentaría a otro desafío impensable. En febrero de 2022, el estallido del conflicto entre Rusia y Ucrania sacudió su mundo nuevamente. “De repente, las calles que había recorrido con tanta tranquilidad se llenaron de tensión”, relata. “Ver cómo la guerra afectaba a mis amigos, la economía, la forma de ver el mundo, todo cambió”.

A pesar de las dificultades, decidió continuar sus estudios. “Cada día era una lección, no solo de medicina, sino de humanidad. Al principio quería regresar a Colombia, no deseaba quedarme aquí, pero hablando con un primo, me recordó todo lo que había logrado hasta ese momento y me hizo caer en cuenta de que rendirse no era una opción”, reflexiona.

Su experiencia le ha enseñado a ver más allá de las fronteras y a entender que, en el fondo, todos compartimos los mismos sueños, solo que aquellos que se atreven a salir de su zona de confort, son los que logran cumplirlos más rápido.

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