El Catatumbo está lejos de ser la principal despensa alimentaria de Cúcuta y el área metropolitana. A pesar de tener una gran vocación productiva, hay una falta de comunicación casi total entre la oferta del campo y la demanda de la ciudad.
Razones hay varias. Una de ellas la dio Wolfang Ochoa, administrador de la Central de Abastos de Cúcuta (Cenabastos). El directivo explicó que al mercado de la capital nortesantandereana no llegan productos de esta zona del departamento, principalmente, porque es muy difícil sacar los productos de las veredas por falta de infraestructura vial.
Señaló que “es más lo que se envía”, principalmente, enseres y alimentos no perecederos. A Cúcuta, la abastecen desde Ocaña con productos como la cebolla, desde la provincia de Pamplona, con hortalizas y tubérculos, y algunas frutas que llegan de varios municipios. Pero del Catatumbo, “poco, tirando a nada”.
Sin embargo, que no lleguen alimentos no significa que no haya producción. El Catatumbo está compuesto por una decena de municipios, entre ellos: Tibú, El Carmen, Sardinata, Convención, El Tarra, San Calixto, Convención.
Allí, más allá de la palma– con cerca de 27.000 hectáreas–, el cacao con 13.000 hectáreas y el café con 5.600, los pobladores de estos municipios se dedican también a otra clase de cultivos, los transitorios, también llamados de pan coger, aquellos que cada día llegan a la mesa: hortalizas, tubérculos y frutas.
Todo esto, aparte de la dinámica de cultivos de mata de coca que ya llegan a las 25.000 hectáreas, aproximadamente.
(Más tecnología piden los productores.)
La apuesta legal
En toda la región del Catatumbo, a pesar de las dificultades existentes en materia de seguridad y el olvido al que han sido sentenciados por el Estado estas comunidades rurales, hay más de 20.000 familias campesinas que se dedican a los cultivos transitorios como: piña, tomate, pepino, maíz, cebolla, frijol.
Ellos, con unas 57.000 hectáreas sembradas, están sacando una producción de 520.000 toneladas al año, resaltó Emiro Cañizares, director ejecutivo de Asomunicipios.
En este punto, la pregunta se repite: ¿Por qué esos productos no llegan a Cúcuta ni son la principal despensa alimentaria del departamento?
Para Cañizares, esta falta de mercado entre el Catatumbo el resto del departamento se da porque al ser Ocaña la ciudad más cercana, los productores están enfocados en sacar sus productos hacia los departamentos de la costa atlántica, en donde, además, están los puertos para los procesos de exportación.
Lo que hacen hoy estas personas es casi que por amor a la tierra, porque las condiciones son muy difíciles. Ciro Ramírez Dávila, presidente del Comité Intergremial, reconoce en el Catatumbo un gran potencial de producción agropecuaria, pero, también, sabe que esta cultura se ha ido perdiendo por falta de atención del Estado.
No se debe olvidar que en su momento, “La Gabarra y toda esa zona fue uno de los principales productores de plátano del país, que en el Catatumbo habían dos procesadoras de yuca, que se producía mucho maíz, que en algún momento fuimos los segundos productores de cacao del país, habían más de tres cooperativas agropecuarias. Hoy nada de eso existe”, puntualizó el vocero del Comité.
La clave hoy para evitar que el desarraigo por el campo continúe y los cultivos ilegales sigan creciendo, está en el apoyo que el Gobierno le ponga atención a esta población. Cañizares resaltó tres aspectos fundamentales.
El primero de ellos es que tengan vías decentes, carreteras por donde llevar los productos del campo a la ciudad, básicamente que no les toque por trochas. El segundo es la garantía de compra, es decir, que les garanticen la compra del producto.
Con esto se evitarían situaciones como las que están viviendo ahora mismo los productos de cebolla roja de la provincia de Ocaña que tienen más de 9.000 toneladas de cebolla paradas en las fincas porque no tienen a quién vendérselo.
Este es precisamente el éxito que tienen los procesos de cultivo de palma, el cliente está ahí para comprarles y eso se dio fue por una iniciativa privada con algunos productores, precisó Dávila.
La tercera necesidad de los productores es que se implementen proyectos que faciliten la sustitución tecnológica y la transferencia de conocimiento, de modo que se mejore la productividad y competitividad en los procesos.
¿Y qué sembrar?
Lo único claro que hay ben el Catatumbo es que la producción de alimentos y la protección ambiental son el único futuro posible. Eso lo determinó un estudio en 2015, dijo Cañizares.
Según el Igac, el 72% de los suelos del Catatumbo es apto para siembras de tipo agro forestal, como el cacao.
Un estudio elaborado por la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS) y la Unidad de Planeación Rural Agropecuaria (Upra), determinó en 2016 que el Catatumbo tiene una extensión de 1,1 millones de hectáreas: 397.779 son tierras aptas para la producción agrícola, 59.827 de hectáreas para el aprovechamiento pecuario y otras 149.073 hectáreas se pueden cultivar y utilizar en ganadería.
El proyecto determinó que hay 17 tipos de suelos en esta provincia que pueden ser mejor aprovechados. Café, cacao, palma de aceite, caucho, caña panelera y plátano, son algunos de los productos que son favorables de acuerdo con el suelo, la humedad, el clima y la altitud.