Con una frontera próxima a normalizar su dinámica comercial, aún no se conoce cuál será la estrategia para combatir el contrabando de combustible, financiador de las bandas criminales y uno de los temas más complicados de la agenda binacional.
Los gobiernos de Colombia y Venezuela tienen el reto de encontrar una fórmula mágica que permita luchar contra el comercio ilegal de gasolina y acpm a cada lado de la línea limítrofe, así como de juntar esfuerzos para que el abastecimiento legal del mismo sea más atractivo por su precio que el combustible de contrabando, impulsado por el fuerte diferencial cambiario que existe entre el bolívar y el peso.
Sobre la mesa, según se ha dado a conocer a la opinión pública, la opción que tiene más fuerza es la de rehacer el convenio para la importación de los carburantes desde Venezuela.
El acuerdo, que operó de manera intermitente entre abril de 2011 y mayo de 2013, inició con una venta de 12 millones de litros mensuales (3,1 millones de galones de combustible) y se fijó una meta de 19 millones de litros al mes (5,01 millones de galones de combustible), a la que nunca se llegó.
En el primer año de este convenio, de acuerdo con las cifras oficiales, al departamento llegaron 27,8 millones de galones de gasolina y diésel desde el país vecino, con un promedio de 3,08 millones de galones al mes. Después, las diferencias políticas y los problemas logísticos, hicieron que el abastecimiento no fuese constante.
Precisamente, sobre este tema, a Mario Arévalo, gerente de la Cooperativa Multiactiva de Pimpineros de Norte de Santander (Coomulpinort), le pidió al Gobierno Nacional fijar una posición sobre este tema teniendo en cuenta los problemas logísticos que hubo anteriormente y garantizando un abastecimiento entre los 9,5 millones y 12 millones de galones de carburantes que requiere mensualmente el departamento.
Otro aspecto que se debería tener en cuenta antes de implementar de nuevo el esquema de importación, sería asegurar que las características del producto elaborado en Venezuela cumplan con las normas ambientales del país en cuanto a su composición, “pues tenemos conocimiento que tiene altas dosis de plomo y azufre”, explicó Arévalo.
Del otro lado, tomando como referencia el acuerdo anterior, el producto importado sería más competitivo frente al que venden los pimpineros de contrabando. En 2012, un galón de gasolina importado costaba en promedio $4.200 mientras que un galón de gasolina nacional estaba $5.200.
Así mismo, Francisco Unda, vocero regional de la Andi, destacó que lo importante en esta o en cualquiera de las alternativas que estudie el Gobierno Nacional, es que se respete y proteja la cadena de suministro de combustible de Norte de Santander, compuesta hoy por 126 estaciones de servicio (60 de Terpel y 66 de Coomulpinort).