Los uniformes y marchas militares que cada mañana adornan la Plaza de Armas de la Trigésima Brigada del Ejército en Cúcuta, fueron sustituidas ayer por los productos agrícolas que se producen en las diferentes zonas del departamento.
Cebollas, piñas, papas, pescados y hasta el dulce de las abejas, fueron exhibidas por un grupo de más de 100 productores del departamento, que viajaron durante horas desde sus fincas, para participar en una inusual rueda de negocios y muestra comercial, organizada por el Ejército Nacional y el Ministerio de Agricultura, con el apoyo de entidades como la Gobernación de Norte de Santander.
Esta era un encuentro en el que todos ganaban. Los agricultores tenían la oportunidad de mostrar sus productos a 50 compradores traídos desde la Central de Abastos de Bogotá y, el Ejército, en una estrategia que se desarrolla a nivel nacional, pero que hasta ahora se implementa en la región, buscaba afianzar su relación con la comunidad e incentivar la sustitución de cultivos ilícitos.
Los agricultores de la región, llegados con su vestimenta habitual, la sencillez y espontaneidad que los caracteriza, alistaron sus productos y se ubicaron en las más de 70 carpas con las muestras de sus productos.
“Aquí la idea es hacer negocio. Ellos (los comerciantes bogotanos) tienen lo que nosotros necesitamos: la plata. Nosotros tenemos lo que ellos quieren: los productos”, dijo Leonardo León Gutiérrez, representante de 103 familias de Sardinata que se dedican a la producción de miel.
“A ellos no le interesa si tenemos problemas con las vías o con los precios, a ellos los único que les interesa es el negocio”, añadió, haciendo referencia a que en eventos como estos lo importante es vender.
Esto también lo tenía claro Said Sánchez Rodríguez, proveniente de una población más lejana: San Calixto. Él, representante de una asociación de 280 familias campesinas dedicadas a la producción de cebolla y frijol, tenía como única meta hacer los contactos para empezar a sacar su producto de Ocaña, en donde venden todo lo que producen al precio que deciden los comercializadores.
El gran problema que enfrentan los productores del campo de estos territorios aislados y olvidados por Estado –tal como ellos lo manifestaron– es la comercialización. Por un lado, los intermediarios se quedan con sus ganancias y, por el otro, no hay vías ni apoyo del Gobierno para bajar los costos de producción y muchos menos para evitar que entren productos extranjeros más baratos.
“Por la cebolla que llega de Ecuador y Perú y no tener a quien venderle, el año pasado perdimos 4.000 sacos de cebolla”, dijo Sánchez.
Las más de ocho horas de viaje con sus piñas valían la pena para Eliseo Ramírez Figueroa, de la Gabarra, perteneciente a una organización en 100 familias que también decidieron decirle no a la coca.
“El problema aquí no es el producto, el problema son las vías, el negocio, los intermediarios”, confirmó este campesino.
Al finalizar la jornada, los productores hicieron los contactos y algunos de ellos ya hacen cuentan para vender directamente y así aumentar sus ganancias.