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Economía
¿Qué pasa con los nacimientos en Norte de Santander?
En lo corrido del año se registran 8.997 nacimientos, según el DANE. Experto explica las consecuencias en la economía.
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Leonardo Oliveros
Leonardo Favio Oliveros
Martes, 24 de Septiembre de 2024

Mientras en el país, la tasa de nacimientos cayó 15,2% entre 2015 y 2024, el indicador casi se duplicó en Norte de Santander, con 28,8%.

Estas cifras corresponden al informe Estadísticas Vitales que presentó la directora del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), Piedad Urdinola, quien precisó a La Opinión que, en el caso de este departamento, en lo corrido del año, acorte de julio, se han registrado 8.997 nacimientos, versus los 11.519 que se contabilizaron en el mismo período de 2015.


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“Eso se traduce en una reducción de 2.522 nacimientos”, afirmó Urdinola. Cúcuta (4.237), Ocaña (827) y Tibú (607) tienen el mayor número de nacidos en los primeros siete meses del año.

Entre tanto, a nivel nacional, en enero-julio de 2024 se registraron 255.055 nacidos vivos (el 98,8% ocurrió en instituciones de salud), la cifra más baja en una década. Además, hay una tendencia al alza de madres primerizas de 15 a 44 años, lo cual puede reflejar cambios en patrones familiares.

Los nacimientos

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¿Qué consecuencias trae? 

El economista e investigador Mario de Jesús Zambrano, docente de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP), explicó a La Opinión que una de las implicaciones negativas de la caída en los nacimientos es que se acelere el envejecimiento poblacional, lo que significa una mayor proporción de personas mayores frente a la población activa. 

“Esto podría generar presiones sobre el sistema de salud y las pensiones, dado que habrá menos fuerza laboral joven contribuyendo al sostenimiento de estos sistemas”, agregó.

Zambrano dijo que otra consecuencia perjudicial se puede dar en la fuerza laboral futura, pues, a largo plazo, una baja sostenida en los nacimientos se traduce en una fuerza productiva más reducida, “algo que se verá expresado en la pirámide poblacional y, por lo tanto, la transición demográfica del departamento”. 

“Lo anterior tendría implicancias en  el crecimiento económico de la región, porque habría menos personas disponibles para cubrir empleos. Hay que recordar que el trabajo humano es un factor de producción importante. Habría que analizar temas de productividad y las brechas de capital humano”, expresó el economista.


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Otro impacto negativo se reflejaría en los desincentivos para la inversión, debido a que una baja tasa de natalidad puede hacer que la región sea menos atractiva para la inversión privada, especialmente en sectores que dependen del crecimiento demográfico, como la construcción de viviendas, la educación y bienes de consumo. Un mercado así puede afectar las expectativas empresariales.

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“Otra desventaja es la desigualdad regional. Si la disminución de la natalidad se acompaña de una migración significativa hacia otras regiones o países (como sucede en zonas fronterizas), esto podría aumentar la desigualdad en la distribución de recursos, haciendo más difícil el desarrollo”, apunto el profesor de la ESAP.

En la otra orilla, una de las ventajas que conlleva tener menos nacimientos es la mejora en la distribución de los recursos de educación, salud, infraestructura, entre otros, pues se irrigarían entre menos personas, lo que a su vez llevaría a una mayor inversión per cápita en los niños y jóvenes, mejorando su formación y calidad de vida.

Otras consecuencias favorables son la reducción de la presión sobre servicios públicos y la mejora en las condiciones laborales y salarios, porque a menor oferta de mano de obra, podrían, en teoría, subir los sueldos, especialmente, si la demanda de trabajo se mantiene estable. 

Mario Zambrano aseguró que, desde una perspectiva macroeconómica, la disminución de la natalidad puede ser parte de una transición demográfica hacia una economía más madura y desarrollada; en la medida en que la sociedad invierte más en capital humano (educación y salud, por ejemplo), puede aumentar la productividad, compensando los efectos de una menor cantidad de nacimientos. 


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“Más allá de mirar con cierto negativismo esta situación, es ver las oportunidades y hacer ejercicios de planeación de largo plazo. Y que el componente demográfico que aparece en todos los planes de desarrollo no sea un saludo a la bandera, sino insumo de una planeación pertinente, eficaz y con un enfoque de desarrollo territorial”, manifestó el economista.

Defunciones

Entre enero y julio de este año, las defunciones en Colombia aumentaron 1,9%, respecto al mismo periodo de 2023, al registrarse 160.523 muertes, de acuerdo con el informe del DANE. 

El año pasado hubo 266.771 fallecimientos, lo que representó una tasa de mortalidad de 5,1 por cada 1.000 habitantes, reflejando la continuación de la tendencia levemente creciente que se ha mantenido desde 2019.


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