El papel es el producto campeón de la economía circular, un modelo de aprovechamiento de recursos que ha ganado fuerza desde que se presentó en 2012. Esto debido a la naturaleza reciclable y biodegradable del papel, al origen sostenible y renovable de la fibra (su principal materia prima), y a los mecanismos que existen para su reciclaje posconsumo.
La economía circular, entendida como un sistema de producción y consumo sostenible, nos permite maximizar la eficiencia de los procesos productivos, ahorrar recursos, disminuir la generación de residuos y contribuir a la sostenibilidad ambiental. Es así parte de una bioeconomía con principios de inclusión social.
Sin embargo, es común escuchar que para producir papel se talan árboles y se destruyen los bosques naturales. La realidad es que la madera empleada para la fabricación de papel proviene de plantaciones forestales comerciales certificadas, no de bosques naturales, las cuales se establecieron con el objetivo de abastecer de materia prima a la industria del papel y/o para atender la demanda de madera de otros sectores de la economía.
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Además de esto, en Colombia no se tala el bosque natural para remplazarlo por plantaciones forestales comerciales, estas se establecen en terrenos con vocación forestal que antes tenían un uso del suelo diferente al de su vocación natural, como la ganadería extensiva.
En Colombia, los bosques cubren el 56% del territorio nacional. Sin embargo, de las 63,8 millones de hectáreas de bosques solo 0,5 millones de hectáreas corresponden a plantaciones forestales comerciales, cuando según la UPRA 24,5 millones de hectáreas son aptas para la reforestación comercial.
Si Colombia logrará plantar solo 7,2 millones de hectáreas en un horizonte de 30 años, no solo se convertiría en el segundo proveedor de madera de la región, sino que a través del concepto económico denominado externalidad positiva lograría llegar a cero deforestación, generar más de 2,5 millones de empleos nuevos y tener exportaciones cercanas al 44% de las que hoy en día se generan a través del carbón.
Del mismo modo, se cree que por cada hoja de papel que no usemos, salvamos un árbol. Como se mencionó, el papel no se fabrica con madera de bosques naturales, además, es uno de los pocos productos verdaderamente sostenibles, pues las plantaciones forestales recuperan los suelos degradados por otras actividades.
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Esto ha llevado a las personas a asegurar que para proteger el medio ambiente es mejor usar documentos virtuales que impresos. Lo cierto es que el ciclo de vida del papel es sostenible por provenir de materias primas renovables, pero también por ser reciclable y biodegradable. Existen usos cotidianos del papel (servilletas, toallas de papel, papel higiénico, empaques, envases, etc.) indispensables en nuestras vidas, convirtiendo este sector en esencial para la economía nacional.
Otro de los mitos afirma que los pinos y eucaliptos, variedades comunes en las plantaciones forestales comerciales, hacen que los animales migren o desaparezcan. La realidad es que las plantaciones forestales comerciales sirven de hábitat para diversas especies, al interior de ellos se han identificado 1.222 especies (651 de flora, 77 de mastofauna y 494 de avifauna). De estas especies, 41 se encuentran clasificadas bajo algún grado de peligro o riesgo de extinción.
Así mismo, se dice que las plantaciones de pino y eucalipto desplazan a los campesinos, cuando la migración de la población rural a los centros urbanos se ha producido por razones diferentes a las plantaciones forestales comerciales, como la inseguridad, el orden público y las pocas oportunidades de empleo o crecimiento económico.
Por el contrario las actividades conexas a la industria forestal son inclusivas, generan empleo formal a personas con bajo y alto nivel de educación, incluyente con mujeres étnicas y campesinas y relata muchas historias del progreso social de familias colombianas.
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Creer que el papel reciclado es el único ecológico también es falso. La verdad es que de cualquier forma se necesitan fibras vírgenes de madera para reiniciar el ciclo del papel, pues este no es infinitamente reciclable. Mucho del papel con que se elaboran productos se conservan y otra parte se destina a productos que no pueden reciclarse por estar contaminados con materia orgánica.
Finalmente, no es cierto, como se ha sostenido, que el uso de papel para empaques es un despilfarro. Los empaques a base de papel y cartón son amigables con el medio ambiente, protegen los productos durante su transporte y comercialización, reducen el desperdicio y son reciclables.
En síntesis, el uso de madera proveniente de plantaciones forestales comerciales no solo mejora al medio ambiente, sino que comunicar estas verdades, desestigmatizando el mercado e informándolo claramente a la sociedad, es una de las mejores alternativas que tenemos para transformar a Colombia hacia un verdadero salto e inclusión social.
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