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Centenario del Banco de la República de Colombia
En marzo de 1923, el presidente Ospina contrató al grupo de expertos dirigidos por el profesor Edwin Walter Kemmerer.
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Sábado, 16 de Septiembre de 2023

Para comprender la importancia que ha tenido el Banco de la República es necesario remontarnos hasta los inicios de la época naciente de la República. Hasta 1921, cuando se reunió el Congreso de Cúcuta y se elaboró la primera constitución del país se acordó egresar al régimen monetario antes de la Independencia y por esa razón, se le asignó al Congreso la función de establecer un Banco Nacional encargado de determinar el valor, peso, tipo y nombre de la moneda colombiana.

A pesar del empeño que pusieron los primeros presidentes del país, no pudo concretarse la realidad del Banco Nacional cediendo a la iniciativa privada la creación de bancos comerciales privados los cuales eran los encargados de imprimir los billetes que circularon en las distintas regiones del país. En 1880, se creó el Banco Nacional, de carácter oficial, como emisor de billetes y banquero del gobierno, institución que sólo alcanzó a funcionar hasta 1894 cuando por excederse en su capacidad de emisión tuvo que ser liquidado.

La idea permanecía latente en los proyectos de los gobernantes, hasta 1905 cuando el presidente Rafael Reyes creó el Banco Central de Colombia a pesar de la férrea oposición de las entidades bancarias  que operaban entonces en el país. Aún con la ayuda de los millonarios más importantes de la época, como los empresarios Pepe Sierra y Nemesio Camacho, quienes hicieron significativos aportes, el Banco Central de Colombia, sobrevivió escasos cuatro años pues fue liquidado en 1909.

Desde finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, fue un periodo de profundas transformaciones dentro de contextos contradictorios de guerra y paz, de dictaduras y democracias y de proteccionismo y liberalización de mercados durante el cual puede decirse que la economía y la sociedad colombianas hicieron su tránsito a la modernidad impulsada primero por la industrial del café  y posteriormente por la industrialización de los demás sectores.

En la década de los 20 se dio la llamada “danza de los millones”. La bonanza de la industrial del café y el pago de la indemnización por la separación de Panamá, siendo estos el arranque de  la industrialización de la década siguiente pero que al mismo tiempo generó un tremendo caos con una alta inflación y ningún control ni monitoreo que permitiera tener tranquilidad económica.

Tuvieron que transcurrir 14 años, desde la última oportunidad de ponerle control a la política monetaria, para que se vislumbrara una solución al problema que en este sentido, subsistía en el país. En 1922, el gobierno de Pedro Nel Ospina nombró ministro plenipotenciario en Estados Unidos a Enrique Olaya Herrera para contratar una misión técnica que hiciera las recomendaciones para normalizar las actividades en materia monetaria, bancaria y de finanzas públicas.

Pero ¿qué pasaba en 1923?

Tal como mencionaba anteriormente, era un periodo en el que los ingresos se multiplicaron. Recordemos que la invasión a Panamá por parte de los Estados Unidos durante la Guerra de los Mil Días y su posterior separación, le generó años después una importante compensación que contribuyó al pago del contrato de la Misión que ordenaría la economía del país.

En ese contexto era muy importante ordenar la economía, por varias razones, entre ellas era necesario que una sola entidad emitiera una moneda única –el peso- porque eran los bancos comerciales los que emitían su propio dinero, lo que no generaba mayor confianza y por otro lado, se requería de una entidad que respaldara esos bancos comerciales, como prestamista de última instancia en caso de presentarse corridas de depósitos que los quebraran, ya que estos operaban sin una adecuada regulación.

Antes de llegar al país, el profesor Kemmerer, puso de claro que la Misión debía tener carácter exclusivamente consultivo y que carecía, en absoluto de poder para compromete al Gobierno en asunto alguno. Agregó además, “… que nuestra responsabilidad terminará al dar al Gobierno el mejor consejo que nos sea posible sobre todos aquellos asuntos que él someta a nuestra consideración…antes de aconsejar cosa alguna, la Misión estará en libertad de consultar y tomar opiniones entre personas de todas clases y distintos pareceres, sin tener en cuenta la naturaleza de sus negocios, sus nacionalidades o sus filiaciones políticas”.

En marzo de 1923, el presidente Ospina contrató al grupo de expertos dirigidos por el profesor Edwin Walter Kemmerer y su primera actividad fue el estudio de la realidad económica mediante el contacto directo y la discusión con las Cámaras de Comercio, las sociedades de agricultores y los agentes regionales.

La contratación pudo hacerse realidad gracias a los recursos que comenzaron a llegar desde los Estados Unidos por cuenta de la separación de Panamá. Lo importante a destacar fue que las recomendaciones acordadas por la Misión, fueron autóctonas, esto es, que no se trajeron importadas normas ni se copiaron formas organizacionales vigentes en otras economías ni hubo una innovación total (lo que hoy se conoce con el nombre de reingeniería) sino que la Misión se enfocó en aprovechar el ordenamiento dictado en las leyes expedidas por el Congreso en 1922, como base para elaboración del Estatuto Orgánico de la entidad que nacía en ese momento: la Ley 30 de 1922 Orgánica del Banco de la República.

Entre el miércoles 11 de julio y el 23 del mismo mes de 1923, nacieron el Banco de la República, la Superintendencia de Bancos (antes Bancaria y ahora  Financiera) y la Contraloría General de la República.

El 11 de julio de 1923 se expidió la ley 25 de ese año, que derogaba la ley anterior y le daba vida al actual Banco de la República y que se suponía iba a nacer unos meses después, pero que la presentación de los acontecimientos que se sucedieron por esos días adelantaron su inicio, seis meses antes de lo esperado; eventos que serán narrados más adelante. El 19 de julio se crearon la Contraloría General de la República mediante ley 42 y ese mismo día, mediante ley 45 la Superintendencia de Bancos (hoy Superintendencia Financiera). El 18 de julio se fusionó el Ministerio de Hacienda y la Tesorería para conformar el Ministerio de Hacienda tal como se conoce hoy en día.

Aunque se esperaba que la puesta en marcha del banco central de los colombianos iniciara formalmente en los meses finales del año, cuatro días después de expedida la norma, uno de los bancos más importantes del país, el Banco López quebró, lo que llevó a que se tuviera que proceder a dar inicio intempestivamente al Banco de la República para evitar el pánico, así fue como el 15 de julio comenzó a operar en la práctica.

(Continúa la próxima semana)

Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com

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