Aunque María Fernanda Lizcano Rodríguez, conocida como ‘La Muchacha’, de 23 años, fue detenida en marzo del año pasado, junto con dos personas más, señalada de participar en el crimen del intendente de la Policía Tomas Andrés Paredes, ocurrido en enero de 2022, en el barrio Prados del Este, el pasado martes recobró la libertad bajo la figura de vencimiento de términos.

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Lizcano Rodríguez presuntamente era integrante de la banda delincuencial conocida como ‘Pistoleros’, dedicada a cometer robos y asesinatos en el área metropolitana de Cúcuta. Precisamente, esta estructura fue la que cometió el homicidio del uniformado.

El material probatorio recopilado en la escena del crimen, junto con los videos de las cámaras de seguridad, fueron suficientes para que los investigadores judiciales lograran identificar a Ricardo Antonio Arévalo, alias ‘Scooby’, quien disparó contra la víctima, siendo detenido una semana después del hecho, mientras que poco a poco fueron cayendo los demás integrantes.

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“Eran una banda dedicada al robo. Lo nuevo que logramos detectar es que estas personas antes de hurtar a una víctima, se ganaban su confianza y poco tiempo después, le hacían el seguimiento de acuerdo a la información que obtenían para robar a la persona”, afirmó uno de los investigadores cercano a las pesquisas.

Luego de la captura de ‘Scooby’, la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) continuó con las investigaciones y tras tener las órdenes de captura, desplegaron un operativo simultáneo en los barrios Simón Bolívar, Aguas Calientes y el centro, donde detuvieron a los otros tres integrantes de la banda.

María Lizcano fue enviada a la cárcel en ese momento para que respondiera por hurto calificado y agravado, homicidio agravado y porte ilegal de armas.

La audiencia de la libertad

El pasado martes 9 de mayo se cumplió la audiencia por vencimiento de términos en el Juzgado Octavo Penal Municipal con funciones de control de garantías de Cúcuta, en la que se determinó la libertad de Lizcano Rodríguez bajo esta figura jurídica.

El abogado penalista José Ernesto Jaimes Chía, representante de la procesada, explicó que argumentó la defensa en el artículo 317 numeral 5 del Código de Procedimiento Penal, basado en que pasaron más de 120 días desde que se radicó el escrito de acusación y no se ha dado inicio al juicio oral.

“Mi clienta manifiesta basada en pruebas que ella lo que busca es que verdaderamente paguen los culpables de ese hecho tan lamentable y así demostrar su inocencia”, dijo el abogado.

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Asimismo, insistió en que entre las pruebas de Lizcano hay algunos soportes de la empresa de telefonía celular en los que se evidencia que antes, durante y después de que la víctima la recogiera cerca de su casa, nunca se concertó o planeó por llamadas el daño en el que murió el suboficial, “teoría que la Fiscalía pretende hacer ver. Al contrario, en esos soportes está que solo se contactó con su mamá y lo único que hizo fue ayudar a llevarlo a la clínica para que lograran salvarle la vida, pero desafortunadamente murió”, explicó Jaimes Chía.

Entre tanto, María Fernanda Lizcano aseguró que va a demostrar su inocencia, porque no participó en el hecho.

“Estoy viviendo un calvario, porque me están responsabilizando de algo que nunca planeé, organicé o ayudé a ejecutar. Le ruego a la Fiscalía que verdaderamente haga justicia y vincule a los responsables, para que no quede impune esta situación. Que no busque responsables en donde no existen. Vuelvo a la libertad, pero con más ganas de demostrar mi inocencia en instancia de juicio”, dijo la mujer.

El crimen

En una de las cámaras de seguridad quedó evidenciado que a las 6:32 de la noche del 21 de enero del año pasado, dos hombres, uno en una motocicleta y otro a pie, se acercaron al suboficial cuando dialogaba con una empleada del local.

Luego, como cerciorándose de que era la persona correcta, el homicida que apretó el gatillo, le tocó el hombro para llamar su atención y el intendente volteó a mirarlo. Allí sin mediar palabras, Tomas Andrés recibió dos disparos a muy poca distancia de su cabeza y se desplomó en el suelo.

Sin ningún reparo, el otro delincuente que acompañaba al pistolero, se acercó a robarle, al parecer, su arma de dotación y rápidamente volvió a su motocicleta, en la que lo estaba esperando su cómplice, para huir con dirección al Anillo Vial Oriental.

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