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Mejor graficada de lo que es la crisis de la administración de justicia en Colombia no pudo suceder con lo que ocurrió por estos días en las instalaciones de la Corte Constitucional: Es tal la cantidad del volumen de tutelas que se albergaban en un espacio de la corporación, que por el peso colapsó y todas se vinieron al suelo. La instalación no aguantó más. En una encuesta que también se hiciera por estos días sobre la percepción del ciudadano sobre la justicia, arrojó que por primera vez probablemente en toda nuestra historia, la justicia está más desprestigiada que el mismo Congreso con todo lo que ello significa. Hoy en día hay algunos procesos indemnizatorios cuyo trámite en el Consejo de Estado tardan en promedio diez años, es decir, en este país surrealista fácilmente como para que el abogado desde de su oficina le diga al cliente: “Le tomo el caso y veámonos dentro de diez años”, a lo cual el particular hasta tendría derecho a contestarle, sí, pero si Usted o yo seguimos vivos.
Ahora que seguimos con el tema de las conversaciones de la Habana, distraídos en una polémica monumental, como muchas de las nuestras, de si Timochenko debió o no haber ido a la mesa de conversaciones en Cuba, polémica en la que Alejandro Ordoñez anunció que Santos violó la ley al autorizar el viaje y en razón de ello el procurador debe estar analizando cómo se le atraviesa nuevamente al proceso de paz, controversia en la que incluso hubo quienes ya denunciaron al presidente ante la comisión de acusaciones de la cámara, pero nadie se ha interrogado de cómo podría Colombia acercarse a un proceso de paz si la justicia está literalmente por el piso, como sucediera con las tutelas en la Corte Constitucional. Uno de los temas más sensibles de las conversaciones de la Habana está en definir si habrá o no justicia transicional, es decir, de si los guerrilleros irán o no a la cárcel por los crímenes que han cometido. La eficacia del aparato de justicia siempre será fundamental para garantizar la convivencia de cualquier sociedad, y por ello, difícil que haya paz si la justicia está en crisis.
Hoy las conversaciones de la Habana cumplen dos años. Se especula mucho sobre sus avances en temas como el de la droga, participación política, zonas de reserva campesina, el tema agrario y otros más, pero poco o nada se dice sobre el tema de la justicia y ello de por sí es grave. Difícil que haya paz sin justicia. Por estos días se anunciaba otro paro judicial en Bogotá, y ya es común para el abogado y el usuario de la administración de justicia que le hacen seguimiento a su proceso, en que al comenzar su día de trabajo deben informarse primero si uno u otro despacho judicial está funcionando o en paro, porque la justicia está tan en el piso que eso sucede, que cuando hay paro, ni siquiera los propios jueces y empleados se ponen de acuerdo, de tal forma que algunos despachos cierran y otros no. Y mientras todo ello sucede, me imagino desde mañana a los pobres empleados de la Corte tratando de levantar del suelo todas las tutelas que cayeron al piso, y de paso, en mi caso como abogado, esperando a que aparezcan como tres que ingenuamente espero que las revisen.
Ahora que seguimos con el tema de las conversaciones de la Habana, distraídos en una polémica monumental, como muchas de las nuestras, de si Timochenko debió o no haber ido a la mesa de conversaciones en Cuba, polémica en la que Alejandro Ordoñez anunció que Santos violó la ley al autorizar el viaje y en razón de ello el procurador debe estar analizando cómo se le atraviesa nuevamente al proceso de paz, controversia en la que incluso hubo quienes ya denunciaron al presidente ante la comisión de acusaciones de la cámara, pero nadie se ha interrogado de cómo podría Colombia acercarse a un proceso de paz si la justicia está literalmente por el piso, como sucediera con las tutelas en la Corte Constitucional. Uno de los temas más sensibles de las conversaciones de la Habana está en definir si habrá o no justicia transicional, es decir, de si los guerrilleros irán o no a la cárcel por los crímenes que han cometido. La eficacia del aparato de justicia siempre será fundamental para garantizar la convivencia de cualquier sociedad, y por ello, difícil que haya paz si la justicia está en crisis.
Hoy las conversaciones de la Habana cumplen dos años. Se especula mucho sobre sus avances en temas como el de la droga, participación política, zonas de reserva campesina, el tema agrario y otros más, pero poco o nada se dice sobre el tema de la justicia y ello de por sí es grave. Difícil que haya paz sin justicia. Por estos días se anunciaba otro paro judicial en Bogotá, y ya es común para el abogado y el usuario de la administración de justicia que le hacen seguimiento a su proceso, en que al comenzar su día de trabajo deben informarse primero si uno u otro despacho judicial está funcionando o en paro, porque la justicia está tan en el piso que eso sucede, que cuando hay paro, ni siquiera los propios jueces y empleados se ponen de acuerdo, de tal forma que algunos despachos cierran y otros no. Y mientras todo ello sucede, me imagino desde mañana a los pobres empleados de la Corte tratando de levantar del suelo todas las tutelas que cayeron al piso, y de paso, en mi caso como abogado, esperando a que aparezcan como tres que ingenuamente espero que las revisen.