Aunque después del escándalo por las 'chuzadas' a Marelbys Meza, la niñera de Laura Sarabia, la ex jefe de Gabinete del presidente Petro y el entonces embajador en Venezuela, Armando Benedetti, tuvieron que dejar sus cargos, en los últimos días regresaron al Gobierno.
Esto ya lo habían advertido algunos sectores, pero sucedió más pronto de lo que se creía.
En el pasado Benedetti fue nombrado embajador en Venezuela, luego de un intenso trabajo durante la campaña presidencial, y en medio de una crítica situación en las relaciones con Venezuela. Su objetivo fue, entonces, restablecerlas tras varios años de rompimiento.
Por su parte, Sarabia ingresó como secretaria privada de Benedetti en el partido de la U y se fue ganando su confianza hasta que la introdujo a la campaña de Petro y luego se convirtió en su jefa de gabinete. Desde esa posición fue que se transformó en un personaje muy influyente en las decisiones presidenciales.
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Aún de lejos, la comunicación entre Benedetti y Sarabia continuó, hasta que estalló el escándalo de Marelbys Meza y se produjo un distanciamiento. Quedaron en evidencia insultos y el entonces embajador incluso amenazó con revelar los secretos del Presidente, aunque después dijo que fue un comentario vacío.
A pesar de que, con dolor, como lo manifestó en ese momento, Petro tuvo que apartar a Sarabia de su cargo, y pedirle a Benedetti que renunciara a la embajada, muy pronto empezaron de nuevo los coqueteos de los dos con el Gobierno.
El 4 de septiembre del año pasado, menos de cuatro meses después de haber dejado la jefatura de Gabinete, Sarabia se posesionó como nueva directora de Prosperidad Social, un cargo clave dentro del gobierno, porque es el que tiene en sus manos la entrega de subsidios y los programas dirigidos los más vulnerables.
Eso, sin embargo, no fue suficiente porque muy pronto se empezó a saber que Sarabia participaba en reuniones claves del Gobierno que no necesariamente hacían parte de sus funciones como directora de Prosperidad Social, entre ellas tratar de resolver el lío de la pérdida de los Juegos Panamericanos.
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También lo acompañó a distintos viajes internacionales, en los que se le vio siempre a su lado.
Y esta semana terminó de cerrarse el círculo pues se conoció el nombramiento de Sarabia como directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) en remplazo de Carlos Ramón González, en donde seguramente recuperará pronto el poder que llegó a tener en 2023 y que quizá nunca perdió.
Simultáneamente, Benedetti, que había salido con cajas destempladas del Gobierno, empezó a preparar su regreso al mundo diplomático.
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El pasado jueves, 8 de febrero, mientras el país presenciaba una jornada de protestas por cuenta de la elección de Fiscal, el excongresista se posesionó como nuevo embajador ante la FAO.
Tal acto fue cuanto menos inusual, pues lo hizo, no ante el canciller Álvaro Leyva, que en algún momento se refirió a él como un drogadicto, sino ante la embajadora de Colombia en Italia, Ligia Margarita Quessep.
Menos de un año después de haber dejado el Gobierno, las cosas están como antes de que estallara el escándalo: Sarabia, a pocos metros del presudente Petro, y Benedetti, en una embajada, a miles de kilómetros del mandatario.
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