Esta postura está respaldada por congresistas del Centro Democrático, como Paloma Valencia y Hernán Cadavid, al igual que de otras colectividades.
Pero, en un intento por frenar la indignación que se desató por la negativa de que la reducción aplique de forma inmediata, acudieron a una fórmula que –de igual forma– depende de la voluntad política del Capitolio para que sea aprobada.
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En este proyecto de reforma constitucional que modifica las reglas a cumplir que tienen los congresistas, se incluyó un artículo que crea un impuesto del 20 por ciento sobre el salario de los legisladores para usarlo en gasto social. Otras voces dicen que lo quieren intentar incluir a través de una proposición en la reforma tributaria que está pendiente de comenzar trámite.
La idea, que en su momento fue esbozada por la senadora Valencia, implica una reducción cercana a los 7 millones mensuales, pero –al ser esto una reforma constitucional– su trámite dura al menos un año y es probable que los propios congresistas tumben este impuesto.
Así las cosas, el proyecto que tenía más impulso, que era el del senador Jota Pe Hernández, cuya base era quitar la “prima especial de servicios” que les dan mensualmente y que equivale a $11,5 millones, perdió el impulso que tenía. Otra contradicción más del mismo Congreso.
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En todo caso, mientras se da este debate, se sabe que la reforma también incluye una reducción de un mes y medio en las vacaciones de los congresistas, que actualmente es de 4. No se sabe aún qué tan dispuesto está el Gobierno de Gustavo Petro a apoyar esta iniciativa cuando necesita tener ‘contentos’ a todos los legisladores para que le pasen su ambiciosa agenda reformista.
Fuente: El Colombiano
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