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Cúcuta
Luchan para que no desaparezcan las lenguas Kichwa e Inga
Quieren preservar y fomentar el conocimiento cultural y ancestral de estas comunidades.
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Miguel Landazabal
Miguel Landazábal
Categoría nota
Lunes, 24 de Octubre de 2022

Después de contar con más de 60 años en el territorio cucuteño, los grupos indígenas Inga y Kichwa han logrado generar ciertos lazos comerciales y sociales con una parte importante de los habitantes de la ciudad, llegando a encontrar una estabilidad que les ha ayudado a crecer como población y cultura.


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Sin embargo, esta proximidad con el ambiente de ciudad y las dinámicas vanguardistas del habitante promedio de Cúcuta, ha afectado en gran medida el interés por preservar y fomentar el conocimiento cultural y ancestral, especialmente su lengua que en varias familias de estas comunidades ha sido olvidada.

“Llegamos hace 67 años a Cúcuta para asentarnos, porque vimos una frontera de oportunidades, y en algún momento la segunda generación de indígenas Kichwa dejó de practicar ciertas tradiciones como hablar con la lengua materna nuestra, al principio no se vio como un problema, hasta que llegó la tercera generación”, explicó David Terán, gobernador de la comunidad Kichwa.

Al observar que la tarea de varias familias para transmitir la herencia de su pueblo había sido muy poca, y varios jóvenes estaban tomando la decisión de evitar sus tradiciones, especialmente por vergüenza de estar señalado como indígena, los líderes reunidos, decidieron implementar estrategias para preservar su identidad y buscar que la memoria de los Kichwa no pereciera.

“En una minga de pensamientos que hicimos en el 2015 por esta problemática, se pactaron ciertos lineamientos para que los pequeños que estaban llegando, no olvidaran sus creencias, su lengua y principios”, aseguró el gobernador de los Kichwa.


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Con el objetivo de revitalizar la identidad, la comunidad con cuatro ejes temáticos (danza, música, artesanías y lengua), empezó a impartir clases y actividades para que su cultura no pereciera. En la actualidad, gracias a la actividad muchos jóvenes, especialmente de 1 a 15 años participa activamente en la etnia, habla su lengua y comparte sus costumbres.

Comunidad Kichwa.

Y es que, según el gobernador por la manera en la que está constituida la lengua indígena, varios principios y valores de esta comunidad radica en expresiones o frases típicas que aunque en español exista una traducción precisa, para ellos tiene una profundidad semántica más fuerte.


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“Hay tres palabras que son nuestros pilares, y que nos han defendido ante las políticas internas de cada una de las sociedades que ha visitado mi pueblo que emigró desde Perú, Ecuador y Bolivía para llegar a todos los continentes”, dijo David Terán.

  • Ama Shua: El indígena Kichwa no ladrón.
  • Ama Kiya: El indígena Kichwa no es perezoso.
  • Ama Yuya: El indígena Kichwa no es mentiroso.

Aseguró el gobernador, que gracias a que su pueblo tiene grabado estos principios desde niños, fomentado por la lengua, han sido bien recibidos en todas las ciudades a las cuales han llegado producto de la búsqueda de oportunidades dignas.

“Estos tres pilares son los que han permitido romper barreras políticas en América latina, que en nuestro idioma se entiende como Abayayala, porque cuando llegamos a cualquier lugar, nos destacamos por ser gente trabajadora, que siempre está activa buscando qué hacer y honestos”, sostuvo el gogernador Kichwa.

Comunidad Inga.
La comunidad Inga

Este grupo indígena, al que pertenecen 395 personas entre niños, jóvenes y adultos ha ido transmitiendo a través de talleres, aquellas prácticas que hacen parte de su cultura como el aprendizaje de la lengua, el bordado y la medicina. 

Ana Mercedes Tandioy, gobernadora de la comunidad Inga, aseguró que aunque este año no han empezado a hacer talleres para que las nuevas generaciones tengan un espacio en el que practiquen la lengua, se están adelantando varios esfuerzos para frenar la pérdida de memoria de su comunidad.

“Los talleres de lengua materna es algo que ya tenemos desde hace varios años, normalmente duran 3 o 4 meses, y a la mayoría de jóvenes les termina llamando la atención, sin embargo en este aprendizaje tiene mucho que ver el padre de familia, porque si no les enseñan desde niños algunas palabras, entre más demore en tener las clases, más se le dificulta”, aseguró la gobernadora.

Así mismo, tienen algunos procesos especiales con los bebés y niños que nacieron en el contexto de ciudad, porque en esos casos es más fácil perder sus costumbres, y dejar de preservar sus ritos, lengua y principios.


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