La tierra comenzó a sacudirse el 8 de julio de 1950, dejando a su paso destrucción, desolación y más de medio millón de kilómetros de personas conmocionadas. Más adelante, tres fuertes temblores destruyeron gran parte de Arboledas, Cucutilla y Salazar de las Palmas, en Norte de Santander.
El primero sismo se registró a las 9:35 de la noche y fue considerado el más fuerte, el segundo a las 10:28 de la noche y el tercero se sintió a las 7:34 de la mañana del 9 de julio, cada sacudida fue acompañada por una serie de réplicas que empeoraron la situación.
Se determinó que el terremoto de Arboledas dejó más de 100 muertos, 200 heridos y un total de 304 damnificados.
Los nortesantandereanos comenzaron a vivir el pánico y la desconfianza que genera un fenómeno como este, aunque no fue desvastador como el terremoto de Cúcuta en 1875. Estos sismos permanecerán en la historia del departamento. Un hecho que difícilmente fue olvidado por los pobladores de aquellos días.
Lea: Especiales La Opinión | El corazón humano que vive hace 104 años en una capilla de Cúcuta
Estos sismos hacen parte de los 13 movimientos telúricos registrados en el mundo en aquella fecha y catalogados por la Oficina Central Internacional de Sismología de Estrasburgo como los más poderosos de la época.
La intensidad se pudo comparar con las características de verdadero terremoto, su intensidad era equivalente al movimiento registrado el 4 de febrero de 1938, que tantos estragos causó en los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío y Antioquia.
Las personas que presenciaron el lamentable acontecimiento narraron a las nuevas generaciones de que la situación se trató de un aterrador momento en que solo tenían opción de huir y ver como lo construido con esmero caía en a sus espaldas.
Sobre la duración de las vibraciones se generaron varias hipótesis, una de ellas es que oscilaban entre los 5 segundos y el minuto de tiempo, según contaron sobrevivientes. Pero la versión del párroco de la época, el sacerdote Gilberto Serrano, decía que fue de 27 segundos y ese dato fue aceptado como confiable.
Lo que si se sabe con exactitud es que se sintió en en un área notable que comprende la mitad de la República de Colombia y la parte occidental de la República Bolivariana de Venezuela, lo que equivale a una extensión aproximada de más de medio millón de kilómetros cuadrados y por 8 millones de personas.
Muchas edificaciones de tapia pisada y teja colapsaron ante la inclemencia de la naturaleza. Parte del templo principal de Arboledas, terminado de construir en 1940, quedó destruido.
Las pérdidas se estimaron en 5 millones de pesos, que para esos tiempos era una fortuna. En 500 se cifraron las viviendas parcial o totalmente averiadas.
Según la Federación Nacional de Cafetero, la relación indicó que el número de agricultores y cafeteros cuyas viviendas fueron destruidas se aproximó a 159 en Arboledas, 109 en distintas veredas de Cucutilla y 36 en Salazar de las Palmas.
Conozca: Historias en 1 minuto l Así era el único cable aéreo que existió en Norte de Santander
Unos 15 millones de pesos se invirtieron en reparaciones de iglesias, carreteras, edificios públicos, líneas telegráficas y telefónicas.
Además, un estudio del Instituto Geofísico de los Andes mostró que el terremoto se dio porque uno o varios bloques gigantescos de la cordillera se desplazaron para ajustarse a una nueva posición de equilibrio y, debido a ese ajuste, se produjeron las fuertes vibraciones, así que la causa fue tectónica.
Después de múltiples análisis y varias reuniones, se determinó que el terremoto tuvo como epicentro el siguiente punto: Longitud 72° 47' W. Latitud 7° 38' N.
¿Cómo fue el terremoto?
La primera sacudida tomó por sorpresa a los tranquilos arboledanos que en gran mayoría ya dormían. Este hecho unido a la poca solidez de las construcciones tanto urbanas como rurales, a la inestabilidad de la tierra y a la falta de fluido eléctrico, contribuyó a aumentar la confusión general y al número de heridos y muertos.
Según testigos presenciales al movimiento telúrico estuvo precedido de un ruido sordo, que provocó una gran consternación, a tal punto de ser confundido con una de las trompetas que anunciaban el inicio del apocalipsis.
El movimiento ondulatorio fue tan fuerte que varias personas no pudieron tenerse en pie y cayeron al suelo. Las tapias temblaron, el maderamen de las habitaciones crujió, los objetos libremente colgantes describieron un balanceo de columpio, y a tiempo, en que los cielos rasos y las tejas caían estrepitosamente, los testigos solo atinaban a huir, evitando los escombros.
Después de la tragedia
La gente durmió por mucho tiempo en la plaza del pueblo. La reserva eucarística se ubicó en una capilla provisional, bajo una tolda. La campana caída de la torre fue colgada en un árbol, desde donde continuó dirigiendo la vida religiosa.
Entérese: Historias en 1 minuto | El día que llegó el primer carro a Cúcuta
En Cucutilla, la carretera se averió, las comunicaciones se rompieron, el abatimiento y la desolación fueron grandes. Los pobladores quedaron aturdidos sin saber que había pasado.
En los campos solo se narraban desgracias. Casuchas y toldos fueron construidos en la plaza, y en una enramada a modo de capilla.
De unas 200 casas urbanas, 25 quedaron arruinadas, perdieron el techo y las paredes. Del templo se recomendó demoler la cúpula octagonal y las capillas laterales. También, las columnas que soportaban la nave central sufrieron notables agrietamientos.
La plata eléctrica, de propiedad particular, dejó de funcionar por la ruptura de algunos hilos eléctricos al desplomarse el techo del edificio donde se ubicaba.
En Salazar de las Palmas, la más importante de las tres localidades afectadas, no se produjo ningún muerto en la parte urbana. En cambio, en el campo se registraron diez fallecidos, especialmente en las veredas Quebrada La Honda, Montecristo y Barrientos.
Las viviendas del pueblo fueron demolidas en un 20%, las dos iglesias sufrieron daños menores, aunque la sacristía de la capilla de Belén se derrumbó.
A Salazar pertenece el corregimiento San José de la Montaña, caserío que contaba con 1.200 habitantes y unas 200 casas, que quedaron inservibles. En la escuela rural perecieron 8 niños y una mujer que cuidaba el plantel.
Otros municipios, entre los que están Mutiscua y Pamplona, afrontaron los efectos del sismo.
En Cúcuta, el temblor se sintió fuerte y alarmó a toda la gente. Las campanas de la iglesia San José retumbaron y el techo de la Gobernación sufrió algunos daños.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion