Se mira atrás para infundirse ánimo, como si se estuviera en una competencia. La meta es la cascada grande, llamada ‘La Peronía, esa que toca, prácticamente el cielo, donde todos quieren recibir las caricias o masajes de sus chorros.
Los turistas llegan a cuenta gotas, sin tanto tropel, porque buscan practicar el senderismo. Muchos vienen de Cúcuta, de Pamplona, de Chinácota y hasta suben los del mismo Bochalema.
Le puede interesar: El planeta vivió el junio más cálido del que se tenga registro
Los que conocen el sitio animan para que nadie se detenga o devuelva. Contemplar las variedades de árboles es sentirse en un jardín infinito. Las diversas formas de hojas y las gamas del verde se pueden apreciar en ese sendero demarcado por la misma naturaleza.
Subir y subir, cada vez más. Grandes piedras lo invitan a sentarse y las quebradas, de lado y lado, a bañarse. Las aguas son cristalinas y se almacenan entre rocas formando piscinas naturales. Para llegar a cada una se han hecho escalones que evitan resbalarse.