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La frágil salud mental de los jóvenes en Cúcuta
La salud mental de los jóvenes en Cúcuta y Norte de Santander es tema que preocupa a los expertos. Aquí les explicamos qué está pasando.
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Lunes, 2 de Mayo de 2022
 
"Que no nos quede grande la salud mental de los jóvenes", docente de Cúcuta.

 

El más reciente suceso en el que una joven de 15 años se habría lanzado de un puente en la avenida Los Libertadores en Cúcuta, justo al terminar su jornada escolar, puso de nuevo sobre la mesa un tema que viene preocupando a las comunidades educativas: la salud mental de los niños y jóvenes.

Y es que este caso no es el primero que enciende las alarmas en la ciudad, pues en los últimos años, la frágil salud mental de los jóvenes ha quedado en evidencia por comportamientos de autolesión que terminan en las salas de urgencias o inclusive en la morgue.


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*Juan Sebastián es uno de estos jóvenes, quien lamentablemente no terminó en urgencias. Su madre cuenta que en un abrir y cerrar de ojos perdió lo más preciado en su vida. “En la casa había peleas, como en todas las familias, pero nunca pensé que esto fuera a afectar tanto a mi muchacho”, aseguró.

Para la psicopedagoga, especialista en evaluación y terapia sistémica, Aura Sierra Franklin, los detonantes de los estados de depresión en los jóvenes son: los divorcios en el hogar, el fallecimiento de personas muy cercanas, problemas económicos, estrés en el núcleo familiar, a lo que se ha sumado algo grave: la pandemia.

Las secuelas que dejó el confinamiento vivido en 2020 y 2021, a causa de la pandemia del coronavirus, las condiciones difíciles que afrontan buena parte de las familias cucuteñas, y una sensación creciente de desesperanza y no futuro, se volvieron factores claves que inciden directamente en la salud mental de los menores.

“Estamos pegados al techo, usando todas las estrategias posibles y buscando ayuda, pues ya parece un fenómeno de salud mental tremendamente complejo”, comentó un rector cucuteño, que tuvo en su institución un caso de suicidio en los últimos meses.

En Cúcuta, según la sicóloga Nidia Johanna Bonilla Cruz, docente investigadora de la Universidad Simón Bolívar, hay otros factores que afectan la salud mental como: el abuso sexual infantil, la violencia intrafamiliar, problemas socioeconómicos, discriminación, exclusión, el consumo de sustancias psicoactivas, el bullying o acoso escolar… así mismo, la falta de acceso a servicios de apoyo de calidad en salud mental.


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Cúcuta no es la única ciudad de Norte de Santander donde se han visto estos preocupantes casos entre estudiantes de colegio. En uno de los municipios del departamento hace unos años se registró un hecho que paralizó a toda la comunidad.

*Alonso era un joven de 17 años, que cursaba 11 grado, víctima de la depresión y la violencia intrafamiliar. Cuando la necesidad, la falta de oportunidades y la agresividad de su padre se unieron dejó morir sus esperanzas y decidió terminar con su vida. Su pérdida es una herida que acompañará a su madre y sus hermanos por el resto de la vida.

Tras su muerte fueron hallados varios mensajes en su habitación: “no quiero vivir”, “esta vida es muy dura”, “mamá perdóname pero no aguanto más”. Según los expertos, cada menor que está lastimándose está dejando signos por ahí, ya sea en redes sociales, en lugares visibles… como sucedió con el caso de la menor que falleció hace pocos días en Cúcuta. “Es difícil vivir, es muy fácil morir”, fue el mensaje que dejó repujado con lapicero azul en el pupitre de su colegio; “gente… esta vida me quedó grande”, el último estado en sus redes sociales. Por eso los expertos recomiendan estar atentos a este tipo de señales, porque se puede evitar una tragedia.

Mensajes de la niña que se lanzó de un puente en Cúcuta.

Según Yezmin Abrahim, psiquiatra infantil, tanto la depresión como la ansiedad son enfermedades del estado de ánimo. En el caso de la depresión, se va perdiendo el gusto por las cosas, prevalece un ánimo triste, llanto fácil, una sensación de desesperanza o de sentirse sin razón durante un periodo de tiempo largo.

“También se ven afectados el sueño (no se duerme o se duerme mucho), o la sensación que no se descansa cuando se duerme, pueden tener dificultades con la concentración para poder prestar atención, problemas con el apetito, no disfrutan las actividades o no les motiva hacerlo. También hay niños que se vuelven agresivos, sin razón”, menciona la psiquiatra.

Por otra parte, la ansiedad también es una enemiga de la salud mental. Hay niños que muestran síntomas, por ejemplo, con ”el temor en las evaluaciones, los ponen hablar y no saben qué decir, hablan muy bajito, se ponen rojos, les da pena, mucho miedo, hay ansiedad de separación, fobias y otros tipos de angustias excesivas”, síntomas a los que se debe poner atención inmediata.

 

La pandemia y sus consecuencias en los menores

 

De acuerdo con el Instituto Colombiano de Neurociencias, tras una encuesta a 651 hogares, el 88% de los niños tiene alguna afectación en la salud mental y el comportamiento, y el 42% ha visto afectadas sus habilidades académicas en postpandemia. Todo esto como resultado de los cambios abruptos en los hábitos diarios, el miedo al contagio, la posible desconexión de la naturaleza, las modificaciones de los roles familiares (por el teletrabajo, la escolarización en casa o incluso el desempleo), el aumento de la violencia en el hogar y ahora el regreso al colegio, lo que se traduce según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en niveles altos de estrés, ansiedad, depresión, y otros trastornos de salud mental.

De acuerdo a las cifras de Medicina Legal, desde el 2019 las estadísticas de suicidio, en jóvenes de Cúcuta entre los 5 y 19 años, vienen presentando un leve descenso. En 2019 ocurrieron 36 suicidios en jóvenes, en 2020 fueron 28 y en 2021 hubo 31 casos. Hasta febrero de este año, la entidad reportó 4 casos en todas las edades.


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Sin embargo, si se comparan estas cifras con las del país, sí hay preocupación por la tendencia al aumento en los casos en menores de edad y jóvenes de 18 y 19 años.

En 2019 en el país hubo 2.550 suicidios, el 17% de estos fueron de niños y jóvenes entre los 5 y los 19 años; en 2020, 2.379 de los cuales 408 fueron de niños y jóvenes entre los 5 y los 19 años; en 2021 hubo una tendencia al alza con 2.595 casos, de los que 426 fueron población menor de 19 años; y hasta febrero de 2022, la tendencia también va en aumento con 77 casos de los cuales, 57 fueron de niños y jóvenes entre los 5 y los 19 años, es decir el 74%.

Por su parte, la Unesco descubrió que en la reclusión de los menores se vieron afectados el desarrollo cognitivo y el desarrollo emocional, lo que llevó a un descenso en el rendimiento escolar, descenso en los desarrollos: psicológico y motor, descenso en las habilidades sociales, en los estímulos del sistema visual y táctil, entre otros.


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Toda esta afectación cronobiológica alteró el estado emocional no solo de los niños sino también de los adultos; los papás se estresaron, hubo una distorsión de la realidad. “Esa ansiedad que se vivió durante tanto tiempo generó un aumento en la producción de cortisol, y resulta que los niños por su edad mental, por su poca experiencia de la vida tienen menos resiliencia que los adultos”, aseguró Aura Sierra.

Otro aspecto mencionado por la psicopedagoga es que los menores, después del confinamiento, tuvieron que hacer frente a varios estresores como el inicio de la escolarización presencial, lo que implicó cambios de rutinas. Volver al aula sin el apoyo de los padres o familias, pues muchos perdieron a los pilares de las familias. Agregó, que es necesario “acudir a los recursos psicológicos de afrontamiento”, y eso no se está haciendo.

Nidia Johanna Bonilla Cruz, que además es magíster en Neuropsicología y Educación, y hace parte de la Red Iberoamericana de Suicidología (REDISUI), mencionó que es importante trabajar todos. “A esto le llamo  el triángulo de la vida, donde la familia, la escuela y los actores e instituciones gubernamentales y no gubernamentales deben empezar a realizar acciones para prevenir el suicidio promoviendo la vida y el bienestar psicológico”.


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La profesional mencionó que desde la escuela se deben entrenar a los niños, niñas y adolescentes en habilidades desde la inteligencia emocional, el afrontamiento, las habilidades para la vida y el manejo de la frustración. “Esto se debe dar como asignatura, así como se da las matemáticas, la comprensión lectora, la biología, etc”, recalcó.

 
Faltan orientadores

 

Por otra parte, un problema recurrente que se suma a este complejo panorama, no sólo en Cúcuta y Norte de Santander sino en todo el país es la falta de docentes orientadores en los colegios.

En el caso de Cúcuta, hay 58 orientadores para 64 instituciones educativas oficiales que suman una planta de 123 mil estudiantes aproximadamente, lo que significa que en la ciudad hay un orientador por cada 2 mil estudiantes.

Por otro lado, en Norte de Santander hay 73 orientadores para 210 establecimientos entre instituciones educativas y centros educativos rurales, que suman 1.800 sedes, lo que implica que hay aproximadamente un psicólogo por cada 24 sedes.

La dificultad que supone la ausencia de personal capacitado para tratar los problemas de los menores la reconocen abiertamente rectores de diferentes colegios, entre ellos Óscar Aldana, cabeza del colegio Julio Pérez Ferrero, quien señala que cuenta con cuatro sedes en los barrios Cundinamarca, San Miguel, Nuevo Horizonte y Simón Bolívar y en total hay 2.650 estudiantes, para los cuales solamente se ha asignado un orientador.

“Ese es precisamente el problema, que el Ministerio de Educación no entiende la complejidad de la situación y ellos solo ponen un psico-orientador por colegio; hay colegios más grandes que este, con 3.000 o 4.000 estudiantes e igual solo tienen un docente orientador, ahí radica el problema, porque a nosotros nos queda muy difícil así”, señaló Aldana.


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Para la sicóloga y docente de la Universidad Simón Bolívar, Sandra Milena Carrillo, quien hace parte de la Red de Habilidades para la Vida, el papel de los orientadores debe enfocarse en fortalecer  la relación familia escuela para empoderar a la familia en su rol de factor protector  y  advertirla  sobre sus funciones de proporcionar bienestar emocional, seguridad y satisfacción vital.

Además se deben analizar los casos donde se resuelven los conflictos por medio de la agresión con el apoyo de docentes, orientador escolar y practicantes de psicología. Para brindar estrategias educativas que permitan un mejor manejo de los conflictos entre pares, pues hay algo preocupante con el comportamiento de los jóvenes, y que se evidenció en uno de los proyectos hechos en Cúcuta, “es que existe un bajo nivel de desarrollo de las habilidades sociales, relacionadas con la resolución de conflictos”, dijo Carrillo.

Los rectores coinciden en que debería haber un docente orientador por cada 500 estudiantes tal y como lo señala la ley, pero si se puede aumentar esa cifra de profesionales, sería “mucho mejor”.

“Este tema (suicidios) no es de ahora, el tema se empezó a detectar y fue muy marcado en confinamiento. Observamos que la salud mental de los estudiantes, de los padres de familia, de los maestros y directivos, empezó a debilitarse por diversas razones, se identificaba desnutrición, estados de ansiedad, depresión, maltrato y todo eso, sumado a las muertes de algunos padres de familia, generó estados de profunda tristeza, angustia y desesperación”, argumentó el directivo estudiantil del colegio Julio Pérez Ferrero.

Y es que el suicidio, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la tercera causa de muerte entre los adolescentes de mayor edad (15 a 19 años). Es por ello que, cuando se habla de suicidio se debe mirar como un fenómeno multicausal, es decir, existen factores biológicos, psicológicos, culturales, y sociales que conllevan a que se presente el riesgo.

 

Las instituciones de educación superior no se escapan de esta situación

 

*Marcela, una joven estudiante de primer semestre en la universidad sorprendió a la comunidad educativa de su institución cuando decidió correr al cuarto piso de un edificio e intentar lastimarse.

En medio de los gritos y el llanto, *Marcela que amenazaba con lanzarse, no se percató del actuar de una de sus compañeras que estaba mirando la escena desde el pasillo y que en cuestión de segundos corrió, la abrazó y la tiró al piso. En ese momento, otros estudiantes corrieron a detenerla y la mantuvieron presionada contra el suelo para calmarla, mientras llegaba algún docente.

La menor de 17 años no mostraba ganas de vivir, sentía que no había un motivo para continuar, sin embargo, una vez logró calmarse contó al docente que llegó en su auxilio, que sentía que no importaba y que nadie la quería.

Preocupado por su bienestar, este profesor llamó a su mamá, pero quedó más sorprendido cuando esta le respondió que estaba cansada de esa niña, que era “una china” que no servía para nada y que si quería matarse que lo hiciera. Afortunadamente, cuenta el docente, Marcela no logró escuchar la respuesta de su madre.

Finalmente, después de hacer un trabajo de acompañamiento en equipo, de terapias, de cuidarla, de escucharla… la joven volvió a encontrar el sentido de su vida y hoy ya es una profesional.

Como este caso, muchos jóvenes han intentado lastimarse, pero lo lamentable de esta situación es que en este proceso varios de ellos pierden la vida. La pregunta es ¿qué otras situaciones pueden estar afectando a los niños y jóvenes?

 

Carlos Gutiérrez, psicólogo cucuteño, asegura que uno de los problemas más grandes entre la ciudadanía, es que tienden a ver el tratamiento de la salud mental con muchos tabúes. “La ven como una debilidad o como una enfermedad que hay que ocultar y no se habla de la importancia de la prevención. La gente no va al psicólogo o al psiquiatra hasta que no tienen un síntoma fuerte”.

El profesional recomienda que la ciudadanía, especialmente los jóvenes, deberían hacerse un chequeo anual de su estado psicológico, para prevenir tragedias. Gutiérrez asegura que a los jóvenes no se les ha preparado para tener resiliencia y así afrontar las diferentes dificultades que pueden experimentar en la vida.

“Algunos menores no saben manejar una problemática familiar o una decepción amorosa, y ese tipo de situaciones son caldo de cultivo de las enfermedades mentales”, recalcó Gutiérrez.

Depresión y suicidio

Alberto Sarmiento, filósofo y docente de Humanidades de la Universidad Francisco de Paula Santander, aseguró que “la juventud actual tiende a querer que todo sea un éxito. No hay fracasos, no hay tropiezos, entonces si fallan en algo se frustran, tienen elementos de negación”.

El docente mencionó que cuando pierden demasiado no saben cómo afrontar el fracaso y terminan tomando fatídicas decisiones. “Los padres, los docentes y los acudientes debemos estar pendientes de los jóvenes, no para entrar a controlar, que es el problema (le quito el celular), sino para supervisar qué es lo que está sucediendo”.

Sarmiento dice que Internet  ha ayudado a innovar, a aprender, a conectarnos, a encontrar información que antes no teníamos a la mano, pero esta tecnología no nos deja ver el mundo crítico que queremos ver, y eso está afectando a la juventud, por eso se dejan llevar fácilmente también por los retos de redes sociales.


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“Gran parte de los jóvenes de ahora tienen todo, viven más desocupados que ocupados en casa, por lo tanto, los volvimos inservibles y esa falta de utilidad, los ha llevado al desespero de no encontrar una razón o una solución a los problemas”, dice el docente.

Según Sarmiento, los jóvenes de hoy en día que no participan en las labores u oficios del hogar, pierden lo elemental a la hora de formar destrezas, de ser conscientes del esfuerzo que requiere ganar algo. “No tienen obligaciones y como no tienen obligaciones entonces cualquier cosa los afecta, se vuelven vulnerables porque no han superado obstáculos”, menciona.

Mapas de suicidios en adultos y menores

Mapa de suicidios en Colombia. A la izquierda adultos, a la derecha menores. (Fuente: ICBF)

Instituciones  toman acción

 

Para hacer frente a esta crisis que han identificado entre los jóvenes, las instituciones educativas han optado por desarrollar programas que ayuden en algo a reforzar el desarrollo humano y a trabajar la habilidades socioemocionales de los niños y jóvenes.

En el caso del Julio Pérez Ferrero, se adelantó un trabajo organizado desde el equipo de desarrollo humano y apoyado por directivos, docentes y psicólogos en formación de la Uniminuto y la Unisimón, en el que se diseñaron actividades para el abordaje de las habilidades socioemocionales, buscando diluir todas esas problemáticas que se identificaron, dando buenos resultados y aprovechando alianzas con las organizaciones como Red Papaz.

En el colegio Nacional de Comercio, le apuntan a fortalecer una ruta de atención, pero también a ir más allá pese a que detectar un acto suicida es “bien difícil”, dice el directivo docente, Zabdiel Rodríguez.

“Hay que tener en cuenta los aspectos protectores, entonces, el mayor aspecto protector que siempre se debe tener en cuenta es la conexión familiar, la institución educativa para fomentar una conducta protectora debe establecer, como se ha hecho acá, una escuela de padres, reuniones con los padres y debe haber reuniones constantes con los niños que tienen problemas con el rendimiento académico”, explicó Rodríguez.

Una vez identificados estos niños, se llama a los padres, se hace un colegio abierto y quienes vayan perdiendo más de dos áreas, van con el psico-orientador y luego hablan con los padres.

Jóvenes piden ayuda.

Tienen otra estrategia en las clases de ética y religión en las que los niños y jóvenes escriben sus emociones y sentimientos, para identificar alguna conducta irregular, la cual solo se aborda con profesionales en salud mental.

Eymar Puerto, rector del colegio Camilo Daza, expresó que en esa institución se han generado espacios para fortalecer las competencias socioemocionales, lo cual ha sido determinante para atender la salud mental de los estudiantes.

Cuentan con academias deportivas, banda musical, escuelas de canto y teatro y escuelas de paz para los 4.800 estudiantes.

“Los hemos estado estimulando en estas cuatro áreas (deporte, música, canto y teatro), ahora estamos en otro elemento, como política del colegio, no porque se nos presente la situación de manera directa, pero hay un colegio vecino donde se presentó un caso de suicidio y por eso generamos ahí, una atención grupal especializada para la sede de al lado”, contó Puerto.

Por fortuna, este colegio tiene el privilegio de contar con seis orientadores, pero es debido al tipo de contrato que es oficial, pero con concesión religiosa, lo que le permite contar con esa cantidad de profesionales en salud mental.

“A nosotros, el componente espiritual nos ha ayudado mucho, la comunidad religiosa ha impulsado eso este año, después del encierro por la pandemia. Eso es muy bonito y un plus en estos dos meses de regreso a clase”, puntualizó el líder del colegio.

*Un trabajo periodístico hecho por: Karina Judex y Darlin Ramírez. Gráficos: Marina Ramírez - Apoyo: Camila Rojas.


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