
Los beneficios de las cortinas verdes son el embellecimiento de áreas urbanas, el aprovechamiento de material reciclable para elaborar materas y la adopción de prácticas amigables con el ambiente.
Una colorida cortina cubre el ambiente. A ella llegan decenas de aves atraídas por el agua que descuelga de matera en matera. Las plantas, que parecen bonsáis, forman en conjunto un novedoso jardín colgante.
El cuadro se aprecia en la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS), donde se está ejecutando el proyecto que busca embellecer los muros de concreto y generar ambientes sostenibles en medio de la urbe.
Este año se han habilitado cuatro jardines colgantes al interior de la institución de educación superior y el más reciente tiene como valor agregado que mitiga el impacto que generan las basuras en el centro de acopio de la UFPS.
De acuerdo con el líder del proyecto, docente Evaristo Alberto Carvajal Valderrama, ingeniero agrónomo y especialista en morfología vegetal; el centro de acopio de basuras fue construido contiguo al parqueadero y daba mal aspecto.
“Instalamos seis módulos de jardines colgantes sobre la malla exterior del centro de acopio. Ahora, las basuras no se ven, se mitigó el impacto visual negativo y se convirtió el lugar en un espacio ideal para el avistamiento de aves e insectos que llegan atraídos por el agua y las flores”, dijo Carvajal Valderrama.
Para poner el proyecto en sintonía con la conservación del agua, se le instaló un sistema de riego automático. Para ello, se pusieron en funcionamiento dos electroválvulas que fueron programadas para hacer dos riegos diarios de cinco litros en dos minutos.
“El manejo del agua es eficiente, a cada planta le llega la misma cantidad de líquido y evitamos el exceso de humedad y la proliferación de plagas como la palomilla blanca”, argumentó Carvajal Valderrama.
Experiencia académica
Los principales aliados del proyecto han sido los estudiantes de las ingenierías agronómica y ambiental. La iniciativa, que surgió como una actividad pedagógica, se convirtió en una experiencia de vida para los universitarios.
“Una jornada de trabajo para habilitar un jardín colgante es divertida por el compartir con amigos lo aprendido en el aula de clase, pero rigurosa porque estamos trabajando con material vivo que cumple una funcionalidad y no debemos excedernos en el trato con las plantas”, dijo Yesid Mauricio Hernández Daza, de noveno semestre de ingeniería ambiental.
El estudiante reseñó que una vez seleccionado el espacio para el jardín y revisadas las condiciones de luz, son guiados por el docente Carvajal Valderrama para saber que plantas utilizar.
“Si hay buenas condiciones de luz, de más de seis horas, lo recomendado son las ixoras, las durantas y las veraneras. Con baja luz están las cintas y las chocolatas”.
Plan de manejo
Edgardo Pájaro Rivera, estudiante de cuarto semestre de ingeniería agronómica, contó que los estudiantes consiguen las botellas plásticas (de 3.1 litros) para elaborar las materas y una vez hacen el trasplante, se cuelgan de lazos untados de cebo para evitar que se pudran y se fijan a los muros de concreto o mallas como la del centro de acopio de basuras.
“El profesor es el encargado del sistema de riego y le ayudamos a instalarlo. Luego, los estudiantes nos encargamos de los planes de manejo de fertilización, fitosanitario y de riego”, dijo Pájaro Rivera.
A los dos meses de estar en uso el jardín colgante se les aplica a las plantas triple 15 y un mes después urea para mantener las flores.
“Con el trabajo que hacemos en la universidad atraemos polinizadores y sensibilizamos a la comunidad académica para que conserven los recursos naturales. Sin embargo, el proyecto puede replicarse en otras partes de Cúcuta, como los parques donde se cuenta con agua para mantenerlos”.
Un jardín colgante de tres metros de alto por 20 de ancho sin riego automático, requiere una inversión de $500.000. En uno de riego con electroválvulas de 26 metros de largo por 1,80 de alto, el costo se eleva a $2 millones.



