Si revisamos detenidamente, muchos de los problemas sociales que tenemos, son producto de falta de cultura ciudadana. En las instituciones educativas, se nos trasmite conocimiento pero no cultura ciudadana. El debate se centra en saber donde se nos debe enseñar. Unos sostienen que en casa, otros creen firmemente que es una labor del colegio.
Lo cierto es que nos hemos quedado en la discusión y no hemos hecho nada para remediarlo; ni en casa, ni en el colegio, dejando a una sociedad huérfana de la necesaria cultura ciudadana. No entendemos el concepto de lo público, producto de la corrupción que pulula; se cree equivocadamente que la forma de contrarrestar la misma es aislarnos de todo lo que suene a público o político. Incluso se piensa que la cultura ciudadana es una estrategia de las administraciones que se limita a pintar cebras en los cruces o poner mimos en las esquinas.
La cultura ciudadana a mi manera de ver es la espina dorsal del buen funcionamiento de una sociedad comprometida con lo público, por que entiende que lo público es de todos y no como erradamente se cree es de nadie. A manera de ejemplo, muchos de los problemas de movilidad que la ciudad afronta no son solo falta de una adecuada señalización o semaforización, son producto de falta de sentido común y de respeto por las señales de transito.
Que reto conducir por nuestra ciudad, debes desarrollar un sentido de clarividencia automovilístico que te permita saber que por donde no se puede pasar, te van a pasar. Cuando alguien que nos visita por primera vez sube al carro y ve las motos lanzadas como un enjambre por todos los lados del vehículo, experimenta una sensación de temor y desconcierto que no puede ocultar, a lo cual debemos responder sin sonrojarnos, tranquilo, te acostumbras. Alguien alguna vez del aeropuerto Camilo Daza a casa me dijo, creí que los taxistas de New York eran los peores manejando.
Qué desesperante, ver a las personas transitar de manera lenta por el carril rápido y si haces un cambio de luces o te atreves a pitar, lo menos que te pasa es que te griten “pase por encima” como si estuvieran en lo correcto; ver como la ciudad es tratada como un gran cesto de basura por familias que botan por las ventanas del vehículo latas, papeles, cascaras y cualquier otra cosa que no sirve, incluso de manera lenta para apreciar como se la lleva el viento. Da impotencia, rabia y tristeza al no poder hacer, ni siquiera, un reproche social porque te puede costar la vida.
Sin cultura ciudadana es muy difícil ser ciudad, por ello el panorama del ornato público es desolador, faroles rotos, sillas destrozadas, andenes destruidos, basura en la calle, paredes y señales de tránsito con rayas o mensajes obscenos, en fin, lo peor exhibiéndose en lo que debíamos entender que es nuestra casa grande, nuestra ciudad. Se nos olvido ser ciudadanos ¡Hagamos algo ya!