Llegó diciembre con su alegría y baja un poco la temperatura política. También nos olvidaremos por un tiempo de actos legislativos, leyes, decretos, fast track, implementación de los Acuerdos de La Habana, posconflicto, circunscripciones de paz -curules que no ocuparán las víctimas-, votación en el Senado y un gobierno displicente que quiere cambiar las matemáticas enseñándonos otra forma de sumar y dividir, como sucedió la semana pasada en el Congreso de la República con la votación de las citadas circunscripciones especiales transitorias de paz. Son 16 zonas de las más golpeadas por el conflicto armado que, dicen, podrán tener representante a la Cámara durante dos períodos: 2018 y 2022
Seguro que esto último lo conseguirá, si recordamos que cuando el miércoles 31 de agosto de 2016 el presidente Juan Manuel Santos dijo ante estudiantes de la Universidad Javeriana, que lo cuestionaban por el diseño de la pregunta del plebiscito celebrado el 2 de octubre de 2016, que el presidente de la República podía hacer “lo que se le da la gana”, siguiendo el mal ejemplo de los gobernantes del socialismo del siglo XXI, no hacía otra cosa que notificar a sus connacionales y al mundo que el camino trazado para llegar a la supuesta “paz estable y duradera” lo recorrería contra viento y marea.
Que el actual presidente de la República, de quien se dice proviene de la más rancia estirpe bogotana, pariente de escritores como Eduardo y Enrique Santos Montejo, expresidente y abuelo, respectivamente, se exprese de esa manera inadecuada, es inconcebible. Menos ante estudiantes de la facultad de derecho, ante quienes les dio a entender que él puede a atropellar el Estado de derecho y, como Luis XIV de Francia, el Estado es él, consigna que entonces implicaba una monarquía absoluta, y si esa forma de gobierno la traemos a la fecha significa la ausencia de la división de poderes, así la rama judicial tenga una relativa autonomía y exista el Congreso de la República. Es decir, autocracia.
Al final, el Presidente actuó fielmente y según lo proclamado en la Universidad Javeriana, y la impresión que queda es que la palabra del Presidente es ley. Tramitan un acto legislativo y luego lo sustituyen por otro porque el anterior no sirvió. Tramitan actos legislativos y leyes con destinatario específico, aunque finamente se valen de la fórmula universal según la cual la ley es general, abstracta e impersonal o de otros malabarismos jurídicos.
Sí, según el presidente de la República él puede hacer “lo que se le da la gana”, y por ello hay Títulos de la Constitución donde el lector o intérprete de la misma prefiere esperar que termine este Gobierno para saber en definitiva cómo quedará el articulado después de tanto manoseo. ¡Pobres estudiantes de Derecho!
