Qué bueno que se presenta la oportunidad del bicentenario del Congreso de Villa del Rosario, de 1821, para tratar de comprender algunas cosas que contiene la Carta expedida por dicha asamblea constituyente y transmitirlas a los lectores con la venia de La Opinión.
Es innegable la necesidad de la existencia de los archivos, en todas las instancias. En Colombia, a nivel nacional, tenemos el Archivo General de la Nación -AGN-, la Biblioteca Luis Ángel Arango, la Biblioteca Nacional y la Biblioteca del Congreso de la República. A nivel de entidades territoriales seguramente existen archivos oficiales. Me consta que la Gobernación del departamento tiene su archivo y el del municipio de Cúcuta lo resguarda parcialmente la Academia de Historia de Norte de Santander, junto con el notarial. El caso del archivo municipal de Cúcuta proviene del Acuerdo municipal que data de los albores de años noventa, del siglo XX, con el mandato de apropiar recursos para su custodia y cuidado, que todos los alcaldes han acatado y seguramente el actual, Jairo Tomás Yáñez Rodríguez, no será inferior al compromiso que ya cumple tres décadas.
Se preguntará el lector, y con toda razón, ¿qué relación existe entre la Constitución de 1821 con la organización de los archivos nacionales? En la Carta de 1821, Sección 4ª, del Título V, artículo 136, destinado a lo relativo al Poder Ejecutivo, se crearon las Secretarías, es decir, lo que hoy llamaríamos Ministerios. Dice la norma: “Se establecen para el despacho de los negocios, cinco secretarios de Estado, a saber: Relaciones Exteriores, del Interior, de Hacienda, de la Marina, y de Guerra. (…)”. Nos dice José Manuel Restrepo que el Libertador hizo los respectivos primeros nombramientos: Pedro Gual, José Manuel Restrepo Vélez, José María del Castillo y Rada y Pedro Briceño Méndez.
En el preciso momento en que se posesionan los citados secretarios, empieza la formación de los respectivos archivos de las secretarías del nuevo Estado independiente, como independiente fue también el trabajo archivístico de cada una de las secretarías. Así lo reconoce el mismo AGN en su marco histórico. El secretario del Interior, José Manuel Restrepo Vélez, fue el más interesado en la organización del archivo de su secretaría, impartiendo las instrucciones respectivas para el efecto. Fue tan acucioso toda su vida tomando apuntes que, gracias a este envigadeño aristocrático y elitista, hoy conocemos minuciosamente nuestra historia -hasta el colapso de la Gran Colombia-, como autor de la “Historia de la revolución de la República de Colombia en la América meridional”, trabajo que lo convierte en su primer historiador.
Fue en la administración Santos Acosta, en 1868, que, con el decreto orgánico de los Archivos Nacionales, se concentraron los archivos de las secretarías existentes -que antes eran independientes-, en el archivero nacional, y con el transcurso de los años dio origen a una sección especializada en el AGN, denominada “Sección República”. Así lo demostró públicamente el doctor Luis Fernando Niño López a su paso como directivo del Archivo General, porque con él el país conoció mucho de los documentos conservados en el Archivo General y, quién lo creyera, por él, en la misma presidencia de la República sus actuales “inquilinos” conocieron, en físico y original, todas las Constituciones colombianas, entre otros documentos históricos.