En una jornada cargada de elocuencia, el Directorio Departamental Liberal aclamó como presidente al senador Andrés Cristo Bustos y vicepresidente al representante a la Cámara, Alejandro Carlos Chacón, a quienes corresponde en consecuencia la responsabilidad de propiciar la unidad de la colectividad en la región de cara a la próxima contienda electoral. No es una tarea sencilla, pero requerimos de la capacidad de consenso democrático propio de la ideología del partido para rescatar la incidencia y preponderancia de las toldas rojas en el contexto político nacional y regional, saliendo del letargo en el que nos encontrábamos inmersos.
La noticia de la devolución de la casa liberal, se constituye no solo en una buena noticia al contar desde ahora con un lugar en el que cada una de las diferentes vertientes del partido liberal podrán reunirse a disentir y determinar la forma de afrontar los retos que se avecinan, sino en la señal profética de que vienen grandes cosas para esta colectividad en la región.
Es hora de que el Partido Liberal retome el lugar protagónico en el contexto nacional con un candidato presidencial propio, que deberá ser el abanderado de la Paz, dignificando al exorbitante y aberrante número de víctimas de este país; no solo reconociéndolas e indemnizándolas, sino permitiéndoles rehacer su vida en un ambiente de tranquilidad. La cruzada liberal que otrora centró su cometido en las libertades y derechos individuales, debe centrar su propósito en la reivindicación del derecho fundamental a vivir en Paz. Soñamos con una Colombia sin conflictos, justa, equitativa donde la convivencia social sea una realidad.
Pero no debemos dedicarnos exclusivamente a liderar regionalmente el tema de orden nacional, sino que se hace necesario retomar el poder en lo local, presentando candidatos serios y propuestas programáticas incluyentes, para no seguir constituyéndonos en apéndice de otros partidos.
El partido debe salir en la defensa de las bases populares, como históricamente lo ha hecho, para dignificar el ejercicio de la política, eliminar el manto de duda que se cierne sobre algunos gobernantes y dar muestras de que se pueden hacer las cosas bien, deponiendo el interés individual en favor del colectivo.
Hay trapo rojo para rato y sobre todo un puñado de hombres y mujeres dispuestos a enarbolar las banderas y jugársela por trasegar el camino de la reconciliación y la Paz, en un país cansado de la guerra y con ganas de salir adelante. Nos merecemos una segunda oportunidad, para hacer las cosas bien y dedicar nuestros presupuestos públicos no al Ministerio de Defensa y su estrategia de guerra, sino a la inversión social en temas tan sensibles como la educación y la salud, eliminando la brecha de desigualdad social y pobreza que tanto daño nos ha hecho.
Ya suena estrepitosamente el grito de campaña que dice: ¡Viva el Partido Liberal!