Cúcuta ha estado colapsada por estos días en materia de movilidad, dejando mucho que desear en materia de la operatividad para ayudar a la descongestión vial en las calles de la ciudad.

Los ciudadanos merecen que la Secretaría de Tránsito y la Policía  que tiene a cargo esta operación tengan planes específicos para el desembotellamiento en el tráfico vehicular.

A los automovilistas, motociclistas y usuarios del servicio de transporte público de pasajeros, tanto de taxis como de busetas no se les puede abandonar en esos momentos de alto congestionamiento y que sean ellos que tengan que tomar las decisiones para intentar salir de esos atascos.

En la semana que está por terminar la capital de Norte de Santander padeció de este grave  inconveniente, en donde los ciudadanos le sacaron parte- hablando metafóricamente- a las autoridades que tienen a cargo esta misión.

Les asiste toda la razón a quienes se han quejado porque así como hay inflexibilidad al momento de hacer los operativos para exigir la documentación en regla de los vehículos y el cumplimiento de las normas, no hubo ni hay  esa misma rigurosidad cuando se trata de destaponar las calles y avenidas cuando el trancón se sale de control.

Sinceramente estamos rajados en esta materia. Ha quedado en confirmado que en movilidad no se cuenta con una política pública, porque más bien todo lo que se hace semeja una colcha de retazos sin ninguna planeación ni proyección ni programación  ni inversión ni rigurosidad ni con acciones preventivas o de emergencia.

Y dentro de esta estrategia se encuentra el de  tener vías fluidas con opciones inmediatas de reacción en casos de que colapsen por cualquier situación prevista o imprevista, porque no puede ser posible que no se cuenten con agentes dedicados a eso específicamente, a ayudar a dar vía, a dirigir el tráfico, a hacer presencia en puntos de alta congestión.

Luego la ciudad ya merece que desde la Alcaldía y el Concejo, por ejemplo, se avance en contar, por un lado con un sistema de transporte urbano sostenible y adecuado a las necesidades de la ciudad y del área metropolitana, con rutas, trazados y suficiente capacidad para atender la demanda y evitar que sea un factor de congestión.

Eso equivale a darle un ordenamiento a un flujo vehicular que ya está dando muestras de que está superando las capacidades de las vías urbanas que ahora se congestión a cualquier hora, sin que, en la mayoría de los casos, aparezca alguien de Tránsito para ayudar a dar paso.

De manera que la movilidad con todas sus aristas tiene que subir varios escalones para que llegue a ser una función prioritaria dentro de la administración municipal con especialistas en esa materia y no llevando a esos despachos a los recomendados políticos que no tienen ni idea de que una ciudad amable con sus habitantes les tiene que garantizar una ágil, fluida y sostenible movilidad urbana.

Y mientras situaciones como las que atraviesa Cúcuta en esta materia la muestran como una ciudad lejana para garantizarles el mejoramiento de la calidad de vida a sus habitantes, solo falta esperar que el gobierno local tome conciencia y le ponga el acelerador a la solución de la cantidad de problemas que ‘frenan’ la movilidad.    

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