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Los dirigentes de Norte de Santander de todos los sectores están en el deber de repensar cuanto les corresponde hacer en el desempeño de sus responsabilidades. Esto les impone ser autocríticos y al mismo tiempo tener una visión lúcida de la realidad, despojada de prejuicios y de egoísmos que hacen predominar el interés particular por encima de la conveniencia general.
Los problemas de la región y las soluciones que se requieren no pueden reducirse a fórmulas propuestas al vuelo, o con improvisación deleznable. La subestimación del conocimiento que lleva al acierto, o de la información que aporta contexto, debilita cualquier empeño y es el comienzo del resquebrajamiento y de la frustración.
Sobre esto hay hechos repetidos que deben tomarse en cuenta para evitar la acumulación de errores, los cuales representan un peso o un costo negativos para la comunidad.
El proceso electoral que ya está en vuelo y que culminará en octubre de este año es una especial oportunidad para reexaminar los asuntos regionales con un mayor rigor analítico. Hay que medir atrasos, posibilidades, aplicación de recursos y la calidad de los aspirantes a los cargos públicos, para buscar aproximaciones de acierto en las decisiones que deben tomar los ciudadanos. Esto, como ejercicio de la política, orientada en función del interés colectivo y no como un negocio de quienes tienen en sus cálculos acceder a los cargos oficiales para enriquecerse a costa de los recursos públicos y del empobrecimiento de la comunidad.
Elegir y ser elegido es un derecho que hace parte de la dinámica de la democracia. Pero esto implica responsabilidades sobre las cuales se deben tener precisiones. Hacerlo bajo presión de la politiquería o de la compraventa del voto es caer en el juego de los delincuentes disfrazados de servidores del pueblo.
Poner la política en el rumbo correcto es uno de los retos que tienen que asumirse para darle paso a una nueva etapa en la vida regional, en la perspectiva de garantizar la ejecución de planes y proyectos que jalonen un desarrollo económico y social de beneficio para todos. Es también cerrarle el paso a la recurrencia de desatinos que son trampas calculadas.
Las elecciones de este año medirán la capacidad regional en la construcción de la democracia. Un gran reto.
Otras dos vidas de valiosos profesionales nortesantandereanos se apagaron en diciembre. Rafael Eduardo Ángel Mogollón y Luis Alberto Lobo aportaron al departamento sus conocimientos y buen talante en sus relaciones personales. Contribuyeron a la comprensión de valores estimables y dejaron una grata huella existencial.
Los problemas de la región y las soluciones que se requieren no pueden reducirse a fórmulas propuestas al vuelo, o con improvisación deleznable. La subestimación del conocimiento que lleva al acierto, o de la información que aporta contexto, debilita cualquier empeño y es el comienzo del resquebrajamiento y de la frustración.
Sobre esto hay hechos repetidos que deben tomarse en cuenta para evitar la acumulación de errores, los cuales representan un peso o un costo negativos para la comunidad.
El proceso electoral que ya está en vuelo y que culminará en octubre de este año es una especial oportunidad para reexaminar los asuntos regionales con un mayor rigor analítico. Hay que medir atrasos, posibilidades, aplicación de recursos y la calidad de los aspirantes a los cargos públicos, para buscar aproximaciones de acierto en las decisiones que deben tomar los ciudadanos. Esto, como ejercicio de la política, orientada en función del interés colectivo y no como un negocio de quienes tienen en sus cálculos acceder a los cargos oficiales para enriquecerse a costa de los recursos públicos y del empobrecimiento de la comunidad.
Elegir y ser elegido es un derecho que hace parte de la dinámica de la democracia. Pero esto implica responsabilidades sobre las cuales se deben tener precisiones. Hacerlo bajo presión de la politiquería o de la compraventa del voto es caer en el juego de los delincuentes disfrazados de servidores del pueblo.
Poner la política en el rumbo correcto es uno de los retos que tienen que asumirse para darle paso a una nueva etapa en la vida regional, en la perspectiva de garantizar la ejecución de planes y proyectos que jalonen un desarrollo económico y social de beneficio para todos. Es también cerrarle el paso a la recurrencia de desatinos que son trampas calculadas.
Las elecciones de este año medirán la capacidad regional en la construcción de la democracia. Un gran reto.
Puntada
Otras dos vidas de valiosos profesionales nortesantandereanos se apagaron en diciembre. Rafael Eduardo Ángel Mogollón y Luis Alberto Lobo aportaron al departamento sus conocimientos y buen talante en sus relaciones personales. Contribuyeron a la comprensión de valores estimables y dejaron una grata huella existencial.