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Política
Senador Iván Marulanda prevé un triunfo del centro en el 2022
El congresista es uno de los precandidatos verdes a la Presidencia de Colombia.
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Cicerón Flórez Moya
Cicerón Flórez
Lunes, 25 de Enero de 2021

Senador de la República con aval del Partido Alianza Verde, Iván Marulanda Gómez ha hecho una activa carrera política en Colombia desde los años 70. Fue de la cúpula de dirigentes del Nuevo Liberalismo con Luis Carlos Galán y se ha mantenido en la línea de avanzada promoviendo la causa democrática. Su nombre ha figurado entre los presidenciables y ahora es precandidato. De este proyecto y de temas de la coyuntura actual habló con La Opinión.

Usted está en el abanico de aspirantes a la Presidencia de Colombia para el período 2022-2026. ¿Cuáles son las motivaciones que lo llevan a asumir ese proyecto?

En mis planes no estaba ser candidato, pero llegó la pandemia en marzo y de inmediato supe que era la catástrofe. Miré para los lados, pasaron los días, las semanas y vi que los políticos y el Gobierno seguían, como si no estuviera sucediendo nada, en la politiquería y en la vanidad de las encuestas. Me indigné. Con esta gente al frente nos vamos a hundir todos, pensé, y me puse en la tarea de asumir esta responsabilidad. De otro lado, el Partido Verde es importante: le da esperanza a la gente, es la renovación de la política, los demás son protagonistas que hablan a título personal o partidos decadentes y pleiteros que no piensan en el país, solo en insultarse, en puestos y contratos. Los Verdes debemos tener candidato a la Presidencia y en eso estoy.

Con tantas aspiraciones, ¿cuáles son sus posibilidades de alcanzar la meta propuesta?

Solo pienso en trabajar por la gente que necesita más ayuda. Hay mucho sufrimiento y el Estado no le sirve a la sociedad de nada, solo le sirve a los políticos y a los que los sostienen con sus chequeras. Toda la vida, que ya son varias décadas, la he dedicado a pensar el país y a trabajar por el bien común, sin cálculos. Cuando empezamos el Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán tenía 36 años, Rodrigo Lara y yo teníamos 34, muy pocos nos conocían y eso no nos importó. Con las convicciones, el estudio y el trabajo sin descanso era suficiente para tragarnos el camino al poder. Nos tuvieron que asesinar para atajarnos cuando ya estábamos en la puerta del Palacio de Nariño. Sigo en lo mismo, concentrado en el conocimiento y la experiencia, en el trabajo y el compromiso con la gente.

Las fuerzas políticas en Colombia están clasificadas como de izquierda, centro y derecha, ¿usted dónde se ubica?

Si me preguntan ¿qué es “el centro” en la política colombiana? contesto: un amortiguador que está en la mitad de dos extremos políticos que solo piensan en matarse unos a otros. La extrema izquierda y la extrema derecha se vienen echando bala hace 60 años y quieren seguir en lo mismo, pensando que algún día los unos van a aniquilar a los otros, los van a matar o a meterlos a la cárcel, mientras el país se ahoga en sangre, en venganzas y padece miseria. Esta gente no piensa en el futuro de Colombia ni en los sufrimientos de la gente, solo tienen entre ceja y ceja el pasado y se la pasan cobrando cuentas.

¿Están dadas las condiciones en Colombia para unas elecciones libres de fraude?

Nos demoraremos décadas en Colombia para tener elecciones sin trampas. Aquí el poder vive del fraude electoral. Sin embargo, llega el momento en que la gente se hastía de corrupción y se sacude. Sale a votar callada, pero resuelta a ahogar con su conciencia y sus votos a los tramposos. Así  llega el cambio. Es la historia de las democracias en el mundo.

Para completar la paz en Colombia, ¿qué más debe hacerse?

Como dije antes, hay que ganarles las elecciones a los políticos de las dos extremas, de derecha y de izquierda. Mientras cualquiera de ellos gane, aquí vamos a vivir en guerra. Son iracundos, fuerzas envenenadas que no dejan vivir en paz. Los del centro tenemos que ganar las elecciones para que haya paz en Colombia.

¿Cómo ve al Congreso de la República con respecto a sus responsabilidades legislativas?

Es urgente reorganizar las instituciones públicas, las que tenemos no funcionan. Hay que descentralizar el Ejecutivo porque el centralismo arruina el país. Despolitizar y fortalecer la justicia, pues la impunidad acaba con el orden social. Hay que reformar de abajo a arriba el Congreso para que sea autónomo y esté al servicio del pueblo, hoy es subalterno del Gobierno y de grandes capitales. Y hay que barrer todos los rincones de corrupción. El Estado está podrido.

En el Congreso se ha debatido sobre la defensa del páramo de Santurbán. ¿Cuál es su posición sobre esta lucha?

La protección del páramo de Santurbán es causa nacional y es histórica. Se trata de proteger la vida y defender la dignidad de las comunidades en los territorios. Lo que está en juego es si nos dejamos arrebatar el país nuestro y de las generaciones futuras, por piratas internacionales a los que solo les importa enriquecerse con nuestra naturaleza, a costa de la sostenibilidad de nuestro medio ambiente. Para nosotros es la vida, para ellos son dólares que desentierran acá y luego se llevan. Nos dejan el hueco, el desierto y se van. 

¿Qué salida le ve a la acumulación de problemas en el Catatumbo?

El Catatumbo es la réplica del drama colombiano. El narcotráfico sepulta al país. En 40 años de guerra contra el narcotráfico inundamos los territorios de sangre, de caos, de corrupción, nos degradamos como personas y como sociedad, nos devoramos los recursos naturales, permitimos que esclavicen a nuestros campesinos, crucificamos la juventud. Insistir después de 40 años de fracasos no solo es suicida sino estúpido. Por eso presenté un proyecto de ley al Congreso para regular la producción de hoja de coca y sus derivados, incluida la cocaína.  El Estado se hará cargo y le comprará la hoja de coca a los campesinos a precios de mercado.

La ola de migrantes procedente de Venezuela no cesa, ¿qué hacer?

Si los colombianos me eligen presidente, reanudo de inmediato las relaciones diplomáticas con Venezuela. Son relaciones sagradas, históricas, entre dos pueblos hermanos, no son relaciones que dependen de que los gobernantes se la lleven bien o mal como personas. Tenemos millones de compatriotas que viven allá y millones de venezolanos que viven acá, que exigen que sus gobiernos los atiendan como merecen, con dignidad y con eficiencia.

¿Cuál es su opinión sobre los hechos protagonizados por partidarios del expresidente Donald Trump en el Capitolio, en Washington, hace unos días?

Vimos salir de las cavernas hordas de bárbaros toreados por el propio presidente de ese país y tomarse el Capitolio, que es el templo de la democracia de los Estados Unidos, símbolo de la civilización norteamericana construida por su pueblo a lo largo de dos siglos y medio. El golpe es terrible y desgraciado para ellos y nos estremece a los demócratas del mundo. El esfuerzo para recuperarse será exigente y les tomará tiempo. No dejo de pensar que algo similar nos ocurrió en el Palacio de Justicia en 1985 y que si nos descuidamos en las próximas elecciones, nos pueden repetir la dosis de barbarie. Trump es la advertencia.

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