Cúcuta no ha contado con suerte ni con alcaldes que se preocupen por algo tan elemental e importante para su planeación, precisa ubicación de los predios y vías, como lo es la nomenclatura.
Este olvido garrafal ha llevado a esta capital, a lo largo de los años, por caminos inciertos en los que nadie -ni propios y extraños- se logra ubicar, sencillamente porque adolece de identificación, de patente que señale en dónde estamos parados y hacia dónde podemos dirigirnos en la búsqueda de alguna dirección.
Por donde quiera que se camine, en la ciudad siempre se va por calles y avenidas inciertas, sin nombre ni placas que las identifique, algo que desdice de los anuncios de alcaldes y políticos cuando hablan de querer convertir a Cúcuta en una ciudad competitiva, sostenible, moderna e inclusiva.
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Para los constructores esta deficiencia no tiene perdón en una ciudad que se ha dado el lujo de invertir y de derrochar más de cinco mil millones de pesos en una nomenclatura que nunca se instaló.
Ocurrió hace 12 años, en el gobierno del entonces alcalde Donamaris Ramírez, cuando se intentó subsanar este atraso, al encargarle al Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) que se unificaran los más de cinco sistemas de nomenclatura obsoletos que han regido en la capital nortesantandereana por décadas, por uno dinámico y moderno, acorde con esta urbe fronteriza.
El IGAC cumplió y produjo una nomenclatura con la cual se buscaba ordenar la ciudad, respetando los hitos y el arraigo cultural. La administración de Ramírez no alcanzó a instalarla porque ese trabajo debía contar con el concurso de las empresas de servicios públicos e, incluso, de la Cámara de Comercio.
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En ese instante, incluso, Centrales Eléctricas y Aguas Kpital anunciaron recursos para tal fin, pero con el cambio de administración la nomenclatura quedó engavetada.
No hay voluntad
La Opinión escudriñó en la actual administración de Jorge Acevedo, para saber qué ha pasado con la nomenclatura que hizo el IGAC para el municipio en el mandato de Donamaris Ramírez, a lo cual Michel Medina, de la Subdirección de Servicios Públicos, mencionó lo poco o nada que se avanzó en anteriores mandatos.
Al analizar en los archivos, se encontró que la anterior directora de Planeación, Marcela Rodríguez, proyectó solicitar aproximadamente $1.600 millones del rubro de estratificación socioeconómica para hacer una revisión de la nomenclatura en la ciudad.
“Pero esto quedó como proyecto y nunca se adelantó, porque los recursos no se consiguieron en atención a que entró en operación el catastro multipropósito, que es el que tiene esa obligación relacionada con lo predial”, fue la revelación de Medina.
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La Opinión conoció que la Alcaldía de Cúcuta tiene contemplada la actualización de las nomenclaturas desde la dirección del Catastro Multipropósito, pero no se conocen ni la fecha ni el presupuesto para este fin.
Para Camacol Cúcuta y Nororiente, en la nomenclatura es necesario tener una homogeneidad en las direcciones y en el crecimiento urbanístico de la ciudad.
Andrés Ramírez, presidente de la junta directiva del gremio constructor, reseña que los desarrollos desordenados afectan el buen funcionamiento y que una región que está buscando tener relevancia en materia turística es importante contar con una nomenclatura actualizada que haga más sencillas la movilidad y la orientación del turista.
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A juicio del constructor Raúl Andrés Colmenares, gerente técnico de Viviendas y Valores S.A., la nomenclatura en Cúcuta es una cuestión crítica porque no se conoce en manos de quien está la responsabilidad de sacar adelante una solución.
“Es fundamental que se pueda dar para poder crecer de forma organizada y que la ciudad tenga un orden claro en su movilidad y su desarrollo”, comenta Colmenares.
Según este profesional, el no contar con nomenclatura les genera a los constructores traumas a la hora de los trámites de creación de los predios, “pues debemos hacer la consulta a las curadurías y ellos son las que nos generan esta certificación, una vez creada procedemos a asignarla a los inmuebles. Pero a ellos en algunos sitios les dificulta poder otorgarla pues como usted sabe en la ciudad hay diferentes nomenclaturas según los barrios”, lamentó Colmenares.
La nomenclatura que no se instaló
Luego de que el IGAC analizara 588 imágenes aerofotográficas digitales, con las que se construyó el ortofotomosaico y la cartografía vectorial a escala 1:2000, cubriendo así las 6.731 hectáreas de área con las que cuenta Cúcuta, el nuevo ordenamiento de Cúcuta comprende 28 ejes entre calles y avenidas, que delimitan 17 zonas unificadas de nomenclatura.
Según el estudio, el 80% del casco urbano cambiará su nomenclatura vial, mientras que la zona céntrica, desde las riberas del río Pamplonita hasta los cerros de Atalaya y de la Diagonal Santander hasta Santo Domingo y San Rafael, no se alterará, ya que es el sector más ordenado de la ciudad en materia de direcciones
En el nuevo sistema de nomenclatura la última calle es la 58 N hacia el norte y la avenida 47ª este (Boconó) hacia el oriente; el anillo vial oriental es la avenida 44 este, mientras que al sur será hasta la calle 42 y al occidente hasta la avenida 67, en la salida al Zulia.
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La zona sur del valle hasta el piedemonte del cerro de San Rafael mantendrá su nomenclatura en más del 95 por ciento, efectuando ajustes únicamente en vías de menor relevancia, callejones y peatonales. En la zona norte del valle, es decir desde la Diagonal Santander hasta el anillo vial, se ajustaron en la totalidad las vías; esta zona será la columna vertebral que estructura y conecta la nomenclatura a través de los puentes de La Gazapa, San Luis y San Rafael con la nomenclatura de la zona oriental, y por la avenida de Las Américas y la Diagonal Santander con la ciudadela Atalaya, al occidente.
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