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Ejemplo admirable
Por estos días Maduro salió en televisión anunciando a su manera, que había encontrado una vacuna para su población
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Domingo, 7 de Febrero de 2021

El mundo entró en una ansiedad por la necesidad de vacunarse, por salvarse. Mejor lo dijo uno de los filósofos con mayor prestigio hoy en día en el mundo, el coreano Byung – Chul Han: “La histeria por la supervivencia hará que la sociedad sea más inhumana”. Es lo que estamos viviendo por estos días. La diferencia entre unos países y otros por salvarse, es también la forma como lo hacen. Como siempre sucede, una es la manera como en ocasiones lo hacen algunas personas en Europa, en otras sociedades, y otra, como en ocasiones lo hacemos por aquí. Esta semana que termina murió a los 100 años en Londres un hombre que antes de dejar este mundo, decidió darle una lección a toda la humanidad.

Tom Moore, un veterano de la segunda guerra mundial, se encontraba plácidamente en su casa en una costumbre muy inglesa, tomando té y degustando con mermelada una galleta, y veía en televisión el sufrimiento del personal médico en su país que ya se encontraba desbordado. Vio las dramáticas imágenes en televisión de la gente muriendo, y ese hombre anciano, pero con lucidez y vitalidad, dejó de tomar el té y reaccionó diciéndole a su hija que lo acompañaba que había que hacer algo; ella sabía muy bien que cuando a su padre se le metía una idea en la cabeza, era mejor acompañarlo en la aventura que tratar de persuadirlo a que desistiera. Tom Moore decidió tomar su caminador y darle 100 vueltas al patio de su casa, subió el video a redes sociales, y cada vuelta tenía un precio. Logró recoger así una suma importante de libras para ayudar a su país a conseguir recursos para la vacuna. Ejemplo admirable. Se contagió de coronavirus y murió.

Pasemos a América Latina, a nuestro vecindario. Por estos días Maduro salió en televisión anunciando a su manera, que había encontrado una vacuna para su población, y anunció que sus laboratorios fabricaban una “goticas milagrosas”, que las llama “Carvativir”: “10 goticas debajo de la lengua cada cuatro horas” hace el milagro.  Me recuerda una frase que aparece en 100 años de soledad, cuando José Arcadio Buendía trata de persuadir a Úrsula para atravesar el río, para conseguir nuevos horizontes en donde encontrarían la ciencia. Él trata de convencerla en su propósito: “Es que aquí vivimos como los burros”. Es inadmisible que frente a esa tragedia humanitaria que vive Venezuela, su presidente presente “una pócima milagrosa para el virus”. Es algo así como además de la tragedia que ha generado, ahora se burla.  

Hace unos meses, cuando empezaba la pandemia, las imágenes que vimos en televisión del presidente de Méjico Andrés López Obrador, en medio de multitudes, desafiando el virus, eran sorprendentes; recuerdo en una de esas imágenes al presidente, sin ninguna protección, alzando en sus brazos a un niño y dándole un beso. Hoy está contagiado y hace 10 días no aparece en medios de comunicación. 

Lo que sucedió en estos días en Bolivia es caricaturesco, casi una broma. Llegaron las vacunas, y el camión con refrigeración que las iría a recoger sufrió una avería. Las autoridades de sanidad del país contrataron un camión que trasporta pollos, que al parecer algo tiene de refrigeración, y así llegaron las vacunas a la capital. El mundo responde a esta emergencia por la supervivencia a su manera, con su forma de ser, con su propia cultura. Por ahora hacia Cúcuta no quisiera ni las goticas de Maduro, ni algunas que lleguen en camiones que trasportan pollos. Mejor sigamos el ejemplo del veterano de guerra Tom Moore.

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