
El Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, que abarca a todo el estado Táchira, monseñor Mario del Valle Moronta, se pronunció respecto a la situación de la frontera venezolana luego de cumplidos dos meses de cierre total y de la aplicación de un Estado de Excepción, que a su juicio no ha logrado dar con una solución efectiva al problema planteado.
“Esta frontera es de integración y no de separación y una de las cosas que hubiésemos querido, no se ha logrado: la frontera no le duele a nadie, no le duele a Bogotá ni a Caracas, la frontera le duele a los que estamos aquí y yo esperaba que con todas las dificultades que hemos tenido, la gente de ambos países viera que realmente Colombia y Venezuela empieza justamente en la frontera, y lo hace hermanado en integración”, sentenció.
Monseñor agregó que “a estas alturas no sólo debían haberse producido los encuentros entre presidentes y ministros, sino otras mesas de trabajo más locales que pudieran brindar soluciones efectivas y concretas a los problemas que motivaron esta situación”.
Escuchar a la gente
Moronta relató que cuando presentó al papa Francisco un informe de la situación, el Pontífice insistió en tres aspectos muy importantes, el encuentro, el diálogo y en superar las dificultades para reforzar la convivencia.
“Es necesario escuchar a los protagonistas, a la gente que vive en esta frontera donde realmente existía una integración, porque hay una historia compartida desde el punto de vista familiar, social, cultural, y económico, que no puede ser ignorada”.
Explicó el prelado tachirense que al escuchar a los más humildes, no sólo se podrá llegar a la raíz de los problemas, sino también, muy probablemente se encuentran las soluciones.
Al evaluar la actual situación de la frontera, el máximo representante de la iglesia en el Táchira, dijo que por estos días la frontera se siente “algo fría, porque no hay ese intercambio comercial, industrial y turístico, al que estamos acostumbrados”.
Dijo que la gente en estas poblaciones tiene dos actitudes, una de acompañamiento con los que están sufriendo por las diversas situaciones que se han producido, y otra de gran expectativa y la ilusión de que pronto se abra la frontera.
Iglesia compañera
Señaló que la Iglesia ha actuado como una sola frente a esta situación, brindando apoyo a las familias afectadas tanto en Cúcuta, como en San Antonio y Ureña, “siempre desde el punto de vista de la caridad cristiana con sentido humanitario”, afirmó.
Destacó monseñor Moronta que tanto la Iglesia como la organización Cáritas han acompañado en varias oportunidades a los organismos de seguridad del estado, “para que puedan realizar de manera digna, de manera cristiana su trabajo y no se presenten atropellos ni violaciones a los derechos humanos”.
Dijo que quizás fuese más fácil para la iglesia del Táchira dejar solas a las autoridades, o dejar sola a la gente de la frontera, pero han optado por hacer un trabajo humanitario.
“Los obispos de Colombia y Venezuela, no sólo nos reunimos en Bogotá, sino que estamos dispuestos a encontrarnos de nuevo muy pronto y sobre todo a fortalecer vínculos en beneficio de la gente, porque nosotros no estamos a favor de unos o en contra de otros; sino a favor de la paz, de la convivencia y tratando de cooperar para que reine la justicia y no se produzcan violaciones a los derechos humanos”.
Invitó a católicos y no católicos a poner en práctica la caridad, reforzar la fraternidad, la solidaridad y la responsabilidad, y que al tiempo de “denunciar lo que haya que denunciar, y corregir lo que haya que corregir, seamos todos capaces de construir la paz”.