A la espera de una solución definitiva se encuentran los damnificados de la avalancha ocurrida en la vereda El Tarrita, comprensión rural del municipio de Ábrego.
Mientras llueve a cántaros no se vislumbra una salida viable para superar los efectos del desastre natural ocurrido la madrugada del 31 de mayo del presente año.
Los agricultores aún esperan la visita de los funcionarios de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo y Atención de Desastres para verificar la falla geológica registrada en la cuenca hidrográfica y mitigar efectos posteriores.
Expertos en la materia recomiendan la apertura de una vía alterna por el sector, ya que los trabajos de mitigación han sido arrasados por las crecientes del río que cambió de cauce y corre a nivel de la carretera.
El presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Tarrita, Álvaro Jácome Rangel, asegura que la situación es bastante compleja y los dirigentes de la región deben acelerar los procesos para el desembolso de los recursos encaminados a remediar el problema en el corredor vial y ejecutar el plan de reubicación de las familias.
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Reciben 280 mil pesos por concepto de arriendo y deben sobrevivir jornaleando, cuidando cultivos a medias, ayudando a los vehículos atascados en el barro para obtener una moneda a cambio, indicó la lideresa de El Tarrita Luzary Jácome Rangel.
Análisis en terreno
Ante la insistencia de los gremios y líderes sociales se anunció la visita a la zona afectada para este jueves de la Viceministra de Transporte, María Constanza García y la directora del Instituto Nacional de Vías, Mercedes Gómez Villamarín.
Los transportadores expondrán la difícil situación vivida por el cierre obligado de la carretera durante los 5 meses debido a los factores climáticos que inciden en la dinámica comercial en la línea de frontera con la costa norte colombiana.
El principal factor son las lluvias que generan inconvenientes en las vías. Uno de ellos son las denominadas ‘avenidas torrenciales’, debido a la gran cantidad de precipitaciones que al caer en los taludes generan el deslizamiento de tierra y lodo sobre los corredores viales.
El presidente de la Asociación de Camioneros de Colombia capítulo Norte de Santander, Yamil Antonio Galeano Arenas, solicitará a la firma contratista KMA Construcciones celeridad en las obras de mitigación y los estudios para un nuevo trazado del corredor vial.
Además, la asignación de los recursos necesarios para adelantar los trabajos de alta ingeniería, pero por otro lado con el fin de remediar el dolor de cabeza, dijo Galeano.
El gerente de la Cooperativa de Transportadores Unidos de Ocaña, Román Alberto Jácome Pérez, afirma que la situación se agudiza ya que no se han podido estabilizar los terraplenes para acceder a los puentes metálicos. Asimismo, la sedimentación, los derrumbes y pérdida de la banca dificulta la movilidad en el trayecto. “Da tristeza circular por ese tramo afectado, y no hay posibilidad de cambiar de ruta, pues no estamos autorizados por el ministerio”, recalcó.
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Las pérdidas son millonarias en los 160 días de la catástrofe natural y el problema está latente ante las fuertes lluvias que caen en la zona.
El dolor de cabeza
Una verdadera odisea vive el gremio transportador a la hora de pasar por la vereda El Tarrita, afectada por una avalancha el 31 de mayo del presente año.
Las precipitaciones de los últimos días ocasionaron la sedimentación del lodo proveniente de lo alto de la montaña (Villa Caro) donde se registra una falla geológica.
El presidente de la Junta de Acción Comunal de ese caserío, Álvaro Jácome Rangel, señala que viven una pesadilla al pasar por ese tramo ya que el río perdió su cauce y quedó a nivel de la carretera.
Las tractomulas quedan atascadas y presentan mucha dificultad al subir por el terraplén hasta llegar al puente metálico. “Es compleja la situación, los recursos invertidos para habilitar el paso se han perdido y la situación comienza a empeorar”, recalcó.
El presidente de la Asociación de Camioneros de Colombia, capítulo Ocaña, Yamil Antonio Galeano Arenas, indicó que desde los escritorios en la ciudad de Bogotá las soluciones se ven fáciles, pero en el terreno se complica.
“Lo triste del caso es que no se vislumbra una pronta solución al problema donde se habla de los estudios y diseños de una vía alterna. Por ese sitio es imposible insistir ya que se está perdiendo todo el esfuerzo”, agregó al proponer un nuevo trazado.
Descartó volver por la carretera Bucaramanga-Pamplona-Cúcuta por razones de sobrecostos.
El gerente de la Cooperativa de Transportadores Unidos de Ocaña, Román Alberto Jácome Pérez, considera que la fuerza de la naturaleza ha demostrado que no es viable recuperar ese tramo y se deben estudiar alternativas.
“Padecemos más de 150 días ese calvario para el paso de pasajeros y se requiere concretar una solución definitiva. En los cinco kilómetros afectados por el desastre natural se presenta acumulación de lodo que no permite maniobrar a los contratistas y también se registra pérdida de la banca”, agregó.
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A la hora de trasladar pacientes se complica la situación y los usuarios están sometido a una tortura, esperando que habiliten el paso.
Una larga espera
La señora Luzary Jácome Rangel asegura que todo se ha dilatado, incluso la reubicación de las familias que obtenían el sustento diario de la agricultura y la dinámica comercial sobre el eje vial.
Solicitan a los dirigentes de la región exponer la difícil situación a nivel nacional para canalizar los recursos y remediar los efectos de la catástrofe similar a lo ocurrido en Armero, Tolima.
Censuran la ausencia de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres, pues se requiere de la supervisión total de la cuenca para que no se repita la historia.
Algunos conductores han reportado paso lento en el sector afectado por la acumulación de lodo y las inundaciones, al punto que varios de ellos han tenido que reprogramar sus viajes o tomar rutas alternas para llegar a sus destinos.
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Según los gremios económicos en el departamento el cierre de esta vía ha ocasionado pérdidas cercanas a los 85 mil millones de pesos, generando además que se haya dejado de comercializar cerca de 2 billones de toneladas de diversos productos.
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