
En el hogar infantil San Pedro Claver de Cáchira, niños, docentes y padres de familia tienen, desde hace cuatro meses, los insumos para el restaurante escolar de la institución, con una pequeña huerta que cuidan fervorosamente.
“Sembramos acelga, zanahoria y cilantro”, dice Claudia Rincón, subdirectora del hogar. “Ha sido un ahorro para nosotros, tal vez no de enormes cantidades de dinero, pero sí que ha servido”.
Según relata la docente, los niños son muy diligentes comiendo sus verduras, que ellos mismos ayudaron a sembrar y que además van en la segunda cosecha.
Los pequeños, entre los dos y cinco años de edad, intervienen con el proceso de riego, exploran la naturaleza, aprenden sobre el cuidado del medio ambiente y prometen continuar con la siembra.
El grupo es asesorado por policías capacitados por el Sena quienes, de acuerdo con la profesora, les han acompañado técnicamente explicando todo el proceso de preparación del terreno, arado, siembra y recolección del cultivo.
Rincón manifiesta su satisfacción debido a que los productos son totalmente orgánicos, lo cual le da total tranquilidad al momento de preparar las ensaladas de los 40 estudiantes provenientes del sector urbano.
“Aquí atendemos niños de escasos recursos y nos hemos sentido contentos porque los papás también participan”, dijo la profesora. “Ellos vienen también a estar pendiente de las plantas, porque la idea es no dejar acabar lo que tenemos”.
Aunque le gustaría ampliar la proyección de la huerta, el espacio del hogar no da para mucho más, pues solo se cuenta con un pequeño espacio en la parte trasera de la escuela y, dice, “por ahora es suficiente”.
Por su parte, el grupo de Carabineros seguirá implementando estos proyectos productivos con madres cabezas de hogar y personas desplazadas, para comenzar a diversificar productos como el pimentón, la lechuga y el pepino.