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~Esta quincena nos trajo una cadena de torpezas atadas unas tras otras.
El folleto de Pastrana el pequeño, la forma ridícula de la pose de
estadista de Gaviria, la cínica flema de Samper y la inexperiencia
bomberil de Santos para apagar el incendio de tales viejos adolescentes,
aunada a la paquidérmica maldad del procurador Ordóñez, que nos rebela
las puntadas finales del más anacrónico sistema político colombiano. ~
Esta quincena nos trajo una cadena de torpezas atadas unas tras otras. El folleto de Pastrana el pequeño, la forma ridícula de la pose de estadista de Gaviria, la cínica flema de Samper y la inexperiencia bomberil de Santos para apagar el incendio de tales viejos adolescentes, aunada a la paquidérmica maldad del procurador Ordóñez, que nos rebela las puntadas finales del más anacrónico sistema político colombiano.
Sistema político dicen los que saben, es el conjunto de interacciones en las sociedades independientes que realiza funciones de integración y de adaptación mediante la fuerza de coerción más o menos legítima. Principios que no funcionan en el estado colombiano, donde las instituciones tienden la desintegración, la fuerza de coerción cada día se deslegitima y además no tienen el monopolio de la misma.
Y estas torpezas políticas de la clase dirigente del Estado, son peligrosas, pues en su soberbia y su indolencia nos conducen a los males que viven pueblos suramericanos de la vecindad. La última torpeza del procurador Ordóñez, conduce a la creación de un antihéroe, como lo hizo la clase política venezolana con Hugo Rafael Chávez. Se le encarceló, se le amnistió, se le persiguió, se le exilió, se le eligió presidente que terminó jurando sobre la moribunda constitución venezolana que efectivamente en sus manos dejó de existir.
La manifestación espontánea del lunes y la prefabricada del martes con llenos totales de la inmensa plaza de Bolívar en Bogotá en favor de Petro, son un mal preludio de las incoherencias y contradicciones del reaccionario procurador Ordóñez. ¿Preludio de un invierno sangriento? Dios nos proteja de la del viernes próximo a nombre de los indignados. Las apariciones de estos dos días del alcalde Gustavo Petro Urrego en el balcón de la Alcaldía Mayor con canal propio de televisión y retrasmisiones en las cadenas radiales, nos recuerdan la historia de poder del presidente Chávez. Un balcón, un canal de televisión y varios micrófonos, fue el inicio de la ruina venezolana. Sin justificar los errores y torpezas del Alcalde Mayor, la decisión política del procurador, constata la necesidad de una Constituyente que ordene este estado que han descuadernado los inescrupulosos polítiqueros colombiano.
Una Constituyente que reordene todos los controles y contrapesos. Reordenamiento que empieza por despolitizarlos, para que el disciplinario y el fiscal sean auténticos, sin compromisos de devolución de beneficios, que iguale y no discrimine. Si hay una región que haya entendido con cuál facilidad el procurador produce fallos políticos, absolutorios o mitigados, absolutamente prevaricantes es Cúcuta y el Norte de Santander. Recuerden parques Bavaria, o las pruebas rechazadas por arte de birlibirloque en otro, dilatación de términos procesales, engavetamiento de procesos de los poderosos bajo la indiferencia del doctor Montealegre, o del doctor Ordóñez o de la doctora Morelli o de la auditora Marulanda Tobón, que continuó las políticas encubridoras del auditor anterior. Una Constituyente que encuaderne la Justicia, cuyo desprestigio se volvió institución.
Dios ilumine a Ordóñez quien lo invoca a diario, para que rectifique y se vuelva congruente y menos político en sus fallos, para que se vuelva experto en la dosimetría de las sanciones, para que juegue a la casuística comparada, y nos deje adivinar que más grave fue la asociación para delinquir de los hermanos Moreno Rojas, que el afán de Petro para desmontar los inequitativos contratos de los servicios públicos del Distrito capital. Recordar, además, que todo comenzó en el Congreso de la República y Dios nos proteja del viernes que se avecina.
Sí. El problema no es solo el procurador, o la contralora, o la auditora, o la justicia, o el Eln, o las Farc o las bacrim. Es el sistema político. De Chávez a Petro, solo hay… torpezas. Dios nos guarde.
Los colombianos sensatos gritamos a tiempo, pues no aceptamos que por incoherencias de un hombre reaccionario, las consecuencias mediáticas nos trasplanten el modelo chavista, crecido desde el balcón del Palacio Liévano y la Plaza de Bolívar. Así comenzó Hugo Rafael…
Sistema político dicen los que saben, es el conjunto de interacciones en las sociedades independientes que realiza funciones de integración y de adaptación mediante la fuerza de coerción más o menos legítima. Principios que no funcionan en el estado colombiano, donde las instituciones tienden la desintegración, la fuerza de coerción cada día se deslegitima y además no tienen el monopolio de la misma.
Y estas torpezas políticas de la clase dirigente del Estado, son peligrosas, pues en su soberbia y su indolencia nos conducen a los males que viven pueblos suramericanos de la vecindad. La última torpeza del procurador Ordóñez, conduce a la creación de un antihéroe, como lo hizo la clase política venezolana con Hugo Rafael Chávez. Se le encarceló, se le amnistió, se le persiguió, se le exilió, se le eligió presidente que terminó jurando sobre la moribunda constitución venezolana que efectivamente en sus manos dejó de existir.
La manifestación espontánea del lunes y la prefabricada del martes con llenos totales de la inmensa plaza de Bolívar en Bogotá en favor de Petro, son un mal preludio de las incoherencias y contradicciones del reaccionario procurador Ordóñez. ¿Preludio de un invierno sangriento? Dios nos proteja de la del viernes próximo a nombre de los indignados. Las apariciones de estos dos días del alcalde Gustavo Petro Urrego en el balcón de la Alcaldía Mayor con canal propio de televisión y retrasmisiones en las cadenas radiales, nos recuerdan la historia de poder del presidente Chávez. Un balcón, un canal de televisión y varios micrófonos, fue el inicio de la ruina venezolana. Sin justificar los errores y torpezas del Alcalde Mayor, la decisión política del procurador, constata la necesidad de una Constituyente que ordene este estado que han descuadernado los inescrupulosos polítiqueros colombiano.
Una Constituyente que reordene todos los controles y contrapesos. Reordenamiento que empieza por despolitizarlos, para que el disciplinario y el fiscal sean auténticos, sin compromisos de devolución de beneficios, que iguale y no discrimine. Si hay una región que haya entendido con cuál facilidad el procurador produce fallos políticos, absolutorios o mitigados, absolutamente prevaricantes es Cúcuta y el Norte de Santander. Recuerden parques Bavaria, o las pruebas rechazadas por arte de birlibirloque en otro, dilatación de términos procesales, engavetamiento de procesos de los poderosos bajo la indiferencia del doctor Montealegre, o del doctor Ordóñez o de la doctora Morelli o de la auditora Marulanda Tobón, que continuó las políticas encubridoras del auditor anterior. Una Constituyente que encuaderne la Justicia, cuyo desprestigio se volvió institución.
Dios ilumine a Ordóñez quien lo invoca a diario, para que rectifique y se vuelva congruente y menos político en sus fallos, para que se vuelva experto en la dosimetría de las sanciones, para que juegue a la casuística comparada, y nos deje adivinar que más grave fue la asociación para delinquir de los hermanos Moreno Rojas, que el afán de Petro para desmontar los inequitativos contratos de los servicios públicos del Distrito capital. Recordar, además, que todo comenzó en el Congreso de la República y Dios nos proteja del viernes que se avecina.
Sí. El problema no es solo el procurador, o la contralora, o la auditora, o la justicia, o el Eln, o las Farc o las bacrim. Es el sistema político. De Chávez a Petro, solo hay… torpezas. Dios nos guarde.
Los colombianos sensatos gritamos a tiempo, pues no aceptamos que por incoherencias de un hombre reaccionario, las consecuencias mediáticas nos trasplanten el modelo chavista, crecido desde el balcón del Palacio Liévano y la Plaza de Bolívar. Así comenzó Hugo Rafael…